El quebrantamiento del hombre exterior, el hombre viejo, es la experiencia básica de todos los que sirven al Señor. Y debe ser logrado antes de que El pueda usarnos de una manera efectiva. El camino del servició está en el quebrantamiento, en aceptar la disciplina del Espíritu.
Cuando entendamos realmente la cruz, entonces entenderemos qué significa ‘quebrantamiento’ del hombre viejo. La cruz reduce al hombre a la muerte; parte el cascarón humanó; rompe el vaso: nuestro protagonismo, nuestras opiniones, nuestras bellas ideas, nuestra astucia y habilidades, nuestra capacidad dialéctica, nuestro« amor propio hasta allí donde,ni siquiera sospechamos que exista.
Tan pronto como es quebrantado el Hombre exterior, el espíritu del hombre junto con el Espíritu de Dios pueden salir libremente. La verdad está encadenada, decía Pablo; la Bondad y la Belleza y la Fuerza también lo están y sólo el quebrantamiento las libera.
Si el espíritu del hombre no está quebrantado, todo lo que haga es expresión de su propio protagonismo y carece de la fuerza de Dios.
Si nuestra alma, nuestro corazón, nuestra naturaleza no está tratada por el quebrantamiento, que .realiza el Espíritu, podremos impartir una llamada enseñanza espiritual y nuestra boca puede estar llena con palabras sobre el Espíritu Santo, pero no habrá comunicación espiritual, no tendrá eficacia nuestra palabra; no habrá profecía.
Podremos predicar usando nuestra mente; podemos conmover a otros o agradarles usando nuestras emociones y nuestra capacidad, nuestra capacidad de comunicadores, nuestra empatía y capacidad de sintonía, pero si no hemos liberado el Espíritu, Dios no puede ‘tocar’ espiritualmente a las personas por medio de nosotros.
Lo que El Espíritu Santo realiza cuando nos educa, es realmente distinto a lo que sucede cuando estamos oyendo un mensaje espiritual. Un mensaje que oímos frecuentemente puede quedar sin efecto por días, semanas, meses, años, antes que su verdad llegue a ser efectiva en nosotros. Sin embargo, mediante el quebrantamiento producido por el Espíritu, por su acción educativa, nos introduce rápidamente en la verdad y en el conocimiento real y efectivo de Jesucristo.
Es menester que seamos quebrantados en muchas áreas de nuestra vida, antes de que podamos alcanzar un grado de utilidad en los planes de Dios.
Hay que comenzar viendo su mano detrás de todo. Muchos que viven en oscuridad y tinieblas no pueden ver la mano de Dios. Tienen oscurecida su mente. Puedes comenzar, por ejemplo, aprendiendo a no quejarte de nada.
Aviva tu fe, sabiendo que todo está bien en manos del Amor.
Los problemas surgen cuando creamos caminos alternativos, cisternas que no pueden contener el agua, para escapar de la cruz de Cristo, de la serena austeridad de sus camino estrecho.
Si el hombre sale ileso de las manos de Dios; si ha ‘conseguido’ guardar entero su vaso, sus realidades ‘humanas’, su ‘saber’, su ‘inteligencia’, sus ‘habilidades’, sus ‘criterios’, sus ‘capacidades humanas’, ha perdido el tiempo. No ha sido una bendición para la Iglesia, ‘aunque haya dado nombre a países’.
El quebrantamiento es un silencio profundo que opera el Espíritu, pero podemos y debemos ayudarle. Todo silencio es una manera quebrantamiento, de renuncia y de apertura, desde formas menores a formas más hondas y comprometidas.