La Jornada Mundial de la Juventud es un gran acontecimiento eclesial. Su celebración se debe a la iniciativa del Papa beato Juan Pablo II. En sus diversas ediciones se ha convertido en un momento de inspiración, creatividad artística, espiritualidad, encuentro entre jóvenes de todos los continentes. Ha suscitado un voluntariado que llama la atención y una capacidad organizativa admirable. Quienes participan en el evento muestran, en principio, la voluntad de vivirlo en todas sus dimensiones. No obstante, la JMJ es objeto de diversas lecturas: unas a favor, otras en contra. He sentido la necesidad de hacer de ella una lectura apocalíptica. El Apocalipsis es la última Palabra de Dios, en la cual el Espíritu nos ofrece las claves para interpretar proféticamente los acontecimientos históricos. Y éste es uno de ellos.
Los siete sellos
Nos encontramos en un momento especialmente convulso. Se recurre a la palabra “crisis” con los adjetivos de “económica”, “financiera”, “sistémica” o “de valores”, para describir lo que está pasando. En la búsqueda de motivos emergen las interpretaciones más diversas y también más interesadas.Cada uno arrima el ascua a su sardina. Quienes dicen tener las claves de la solución, ¿la tienen de verdad?
El libro del Apocalipsis presenta una situación semejante con el símbolo de los siete sellos. Los cuatro primeros corresponden a los cuatro jinetes, cada uno de los cuales monta un caballo de distinto color: blanco, rojo, negro y amarillento. El primero lleva una corona, el segundo una espada enorme, el tercero una balanza y el cuarto trae la muerte y arrastra el infierno (Apc 6, 1-9). El poder se convierte en instrumento de guerra, de violencia, de injusticias económicas, de muerte. Esta situación afecta a toda la humanidad y al planeta. Los cuatro jinetes son aquellos poderes mundiales que favorecen la cultura de la muerte.
Sin embargo, hay mucha gente que pide justicia. Las víctimas forman parte del altar de Dios. A todas ellas se les ha dado un vestido blanco y se les pide paciencia.
Mientras tanto llega el “dies irae” para los detentores del poder , que lo han administrado injustamente (el quinto sello). Se ocultan, huyen despavoridos. En ese mismo día surje un nuevo pueblo: los marcados de todo Israel, y los vestidos con ropas blancas, que llevan palmas en las manos y proceden de toda raza lengua y nación (el sexto sello). Todos cantan la Victoria de Dios (Apc 6, 9-17; 7,1-17).
El séptimo sello es un tiempo de silencio, como un sábado santo… ¡a la expectativa!, que da lugar a una acción liberadora de Dios.
Este es el tema central del Apocalipsis en cada una de sus partes: la victoria de Dios -sentado en el Trono- y del Cordero -Jesús muerto y resucitado- sobre los laberintos diabólicos de la injusticia, de la violencia, de la muerte. Este tema es reinterpretado en los siguientes capítulos con otras imágenes (la mujer que va a dar a luz y el dragón que quiere devorar a la criatura que nace, la ciudad prostituida y la la nueva Jerusalén) y otros símbolos septenarios (las siete trompetas, las siete copas).
La apocalíptica es lenguaje de pasión amorosa y maximalista, no se detiene en los matices, ofrece soluciones de emergencia y no espera los plazos largos. La apocalítpica es obstinadamente anti-idolátrica. Por eso, condena a los tres grandes ídolos que seducen a la humanidad: el poder, el sexo y el dinero.
¿Quiénes son y de dónde han venido? (Apc 7,13)
¿Cómo contemplar la ciudad de Madrid en los días de la JMJ 2011? Como una suave y pacífica riada llegan a esta ciudad desde los cuatro puntos cardinales jóvenes de toda raza, lengua y nación. Madrid , y antes, otras ciudades de paso, se convierte en la ciudad de la hospitalidad, de la acogida. Más todavía, Madrid será una ciudad-templo para miles y miles de jóvenes. Ellas y ellos orarán en lugares públicos y privados. Los espacios laicos quedarán consagrados por la invocación al Espíritu, por el clamor “¡Ven, Señor Jesús!”, por la plegaria de miles de voces clamando “Padrenuestro que estás en los cielos… ¡Venga a nosotros tu Reino!”. Madrid despertará, todavía más, para Dios. Habrá festivales alternativos, canciones trascendentes y simbólicas, arte a raudales en los cuerpos jóvenes. Será por unas horas la Ciudad de la Alianza de Dios con los jóvenes de este planeta. Sí. Por unas horas y días Madrid será una ciudad-espectáculo para el mundo de buena voluntad, un pequeño reflejo de la nueva Jerusalén, que bajará de cielo al menos por unas horas y un impulso para que se establezca la paz, la justicia, la justa distribuión.
Me encontraba hace unos días, con dos de mis hermanas, en la Basílica de Santa María del Mar, en Barcelona. Nos preparábamos para la celebración de la Eucaristía. Nos vimos sorprendidos por una silenciosa invasión de más de un centenar de jóvenes de Hong Kong, que se maravillaban ante la belleza del templo y pronto asumían una actitud orante y contemplativa. Fue aquí donde yo descubrí que también en Hong Kong -que tantas veces he visitado- Dios se ha elegido un pueblo y entre ellos, muchos jóvenes.
Las trompetas apocalípticas han llamado a la JMJ y muchos jóvenes las han escuchado. No vienen a hacer mal. Tampoco en plan de proselitismo. No quieren plantar la guerra a una sociedad en la cual no pocos están divorciados de lo divino. Simplemente, vienen a encontrarse desde los cuatro puntos cardinales, desde los cinco continentes, y a sentir el aliento del Espíritu, que llena la tierra.
El dragón se detuvo delante… para devorar (Apc 12,4)
El dragón nunca está solo. Tiene consigo un ejército. Actúa de muchas maneras: da la cara, pero también se infiltra. El Apocalipsis nos habla de dos colaboradoras de primera clase: la primera Bestia a la cual el Dragón le entrega su poder, su trono, su poderío, que se hace adorar y parece invencible (Apc 13,2); la segunda Bestia, parece un cordero pero habla como serpiente, realiza grandes signos aparentemente religiosos, seduce a la idolatría y marca a la gente con la señal de la primera Bestia (Apc 13, 11-17).
Cualquier iniciativa de Dios encontrará siempre oposición externa o interna. El dragón quiere devorar la vida que nace. Para ello se sirve de muchos medios y todos ellos propuestos con argumentos aparentemente luminosos y acertados. Por eso, la JMJ 2011 ha estado amenazada y lo seguirá estando. Amenazas exteriores por parte de quienes desean que fracase y la atacan desde diferentes frentes (la defensa del laicismo, el argumento económico y policial, el resabio antirreligioso…). Amenazas interiores por parte de quienes como Judas se preguntan “¿para qué este despilfarro? (Mc 14,4), o por parte de quienes utilizan el evento para sus intereses (culto a la personalidad, ostentación del poder grupal, exhibición y búsqueda de escenarios o primeros puestos o compensaciones afectivas…). Es decir, el Maligno seductor se hace también presente y quiere devorar la criatura que puede nacer. Y puede servirse de cualquiera. ¿Estaremos de parte del Dragón, de la Bestia? O ¿sólo nos mueve el Espíritu de Jesús y del Abbá? Es tan importante, liberarse de los prejuicios, de los propios esquemas y dejar que el Espíritu nos transforme… ¡para mayor gloria de Dios y de su Alianza con la humanidad!
El que está sentado dijo: “Voy a hacer nuevas todas las cosas”
Lo viejo es viejo. Lo envejecido difícilmente puede renovarse. Hay que nacer de nuevo. Un encuentro “evangélico” de la juventud mundial le pone fácil las cosas al Espíritu Santo. La novedad que traen consigo los jóvenes, todavía no contaminada por tanta malicia como nos acosa, es muy susceptible a la acción del Espíritu Santo. Ellas y ellos no tiene los prejuicios que a los demás edad nos cierran las puertas de la renovación. Su papa es este Papa. Su Iglesia no es el Vaticano II, sino esta Iglesia. Se sienten atraídas y guiados por los pastores jóvenes de este tiempo. Lo que les atrae no es aquello que a nosotros nos atrae. ¡Es la nueva generación!
Y con esta generación de jóvenes el Abbá está en Alianza. Jesús nos dice que “nadie la arrebatará de su mano”. El Espíritu Santo lucha en ellas y ellos para vencer a los malos espíritus que los acosan.
Esta lectura apocalíptica del acontecimiento, nos invita a “creer”, a “confiar”, a reconocer que Dios es más grande que nosotros, a acercarnos a los jóvenes -cambiando nosotros nuestros esquemas y abandonando nuestros prejuicios-.
La “crisis” es menos “crisis” cuando los jóvenes vislumbran un futuro, un nuevo sistema, una nueva civilización. La crisis es menos crisis cuando se renuncia a montar en los caballos del poder, de la avaricia, de la violencia, de la muerte. La cisis es menos “crisis” cuando uno se deja vestir de blanco, se reúne con toda la humanidad en hermandad y clama por la venida del Redentor.
En estos días Madrid puede ser la Ciudad de Dios. Habrá en ella destellos de la nueva Jerusalén. Madrid estará tomada por el Espíritu Santo y por una Iglesia joven (“La Novia”).
“El Espíritu y la Novia dicen: ¡Ven! Y el que oiga que diga: ¡Ven! El que tenga sed, que se acerque; el que quiera, recibirá gratis agua de vida… Sí, voy a venir pronto. Amén. ¡Ven, Señor Jesús!” (Apc 22, 17.20)