08 – Pero, ¿Qué es orar? (I)

Tengo la impresión de que hoy, al hablar de oración, existe cierto confusionismo y  ambigüedad. En la corriente de ‘moda’, en la que la oración se encuentra envuelta en este momento, se inventan definiciones de acuerdo al talante de cada cual; se dan muchas ‘a manera de definiciónes’ de oración. Muchas veces, más bien es lo ordinario, se la considera como un medio, aunque excelente de vida  espiritual. Se la confunde sutil o groseramente con formas de oración, o con los métodos utilizados, o con los contenidos que el orante maneja, o con las circunstancias que motivan la oración: ‘orar con la vida’, por ejemplo. Y aun retorciendo lo torcido, se llega incluso a decir: ‘orar la vida’. Suena bien, pero no significa nada más que lo que cada cual quiera significar, como si a un monte le llamo árbol.
Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.
Además, el lenguaje frecuentemente se utiliza con una notoria frivolidad. Es frecuente, por ejemplo, en algunas personas, ‘entrenadas’ en ciertas prácticas, oírles decir que ‘practican la oración contemplativa’. Hasta se habla, absurdamente, de ‘métodos de oración contemplativa’, o de grupos de oración contemplativa.

Frecuentemente muchos buscan, como dice Merton, alguna forma de excitación psicológica, permanente tentación del principiante. Existen hoy formas nuevas, perfectas en su origen, bellamente estéticas: el ‘ikono’, por ejemplo; el rinconcito reservado y la esterita cuidada, nueva ‘alfombra mágica’ oriental, que equilibra el entorno de la oración y favorece un cierto clima ‘apropiado’.  También cuenta la postura equilibrada y serena; la repetición de un ‘mantra ‘ como en oriente, o de una frase como consta en la gran tradición de los padres del desierto.

Nada de eso es malo, en principio. Sólo que hay un fallo: ni el esteticismo ni la excitación de lo nuevo son la razón de ser de lo espiritual, ni claves de progreso verdadero, ni de auténtico  compromiso.  De hecho, nuestras pobres vidas siguen igual de ‘incambiadas’, mediocres y vulgares, mientras el tiempo va pasando y Dios esperando… De tales personas dice san Juan de la Cruz:
"… nunca acaban de dar en la sustancia y pureza de bien espiritual, ni van por tan derecho camino y breve como podrían ir"( Subida al Monte Carmelo II, 6,7).

Una dificultad esencial es que muchos no saben qué es la oración. Y no se modifica la conducta porque muchos no tienen oración , aun creyendo que sí ( Subida, Prólogo, 6), o permanecen en bajos modos (Prólogo. 3) de trato con Dios, aferrados, engañados, aunque, tal vez, satisfechos. Una vez se me ocurrió un título para uno de mis libros: ‘Una sociedad de sonámbulos satisfechos’. El hombre está dormido, aunque parece ignorarlo, y hasta funciona con una cierta ‘normalidad’. Pero sólo al orar se va despertando. ‘Orar es el ejercicio de nuestro despertar interior’.