¡La Pascua es un grito de victoria! Nadie puede extinguir esa vida que Cristo resucitó. Ni siquiera el odio y la muerte contra él y su Iglesia podrá vencerlo. Él es el vencedor. Tal como el florecerá en una interminable Pascua de resurrección, así es necesario acompañarle en Cuaresma, y en la Semana Santa que es cruz, sacrificio y martirio…. ¡Felices aquellos que no se ofenden por sus cruces! La cuaresma es, entonces, una llamada a celebrar nuestra redención en ese difícil conjunto de cruz y victoria. Nuestra gente esta muy cualificada…. Para predicarnos la cruz, pero todos los que tienen fe y esperanza cristiana saben que detrás de este Calvario del Salvador está nuestra Pascua, nuestra resurrección, y esta es la esperanza de los cristianos.
¡Qué fácil es denunciar la injusticia estructural, la violencia institucionalizada, el pecado social! Y en verdad este pecado está en todas partes, pero ¿dónde están las raíces de este pecado social? Está en el corazón de cada ser humano. La sociedad actual es una especie de mundo anónimo en el que nadie desea admitir la culpa y en el que todos son responsables. Todos somos pecadores, y todos hemos contribuido a la violencia y crimen masivo de nuestro país. La salvación empieza con la persona humana, con su dignidad humana, salvando a cada persona del pecado. Y en Cuaresma esta es la llamada de Dios: ¡Convertíos! (From "A Pastor’s Last Homily" in Sojourners magazine, May 1980, quoted in Oscar Romero: Reflections on His Life and Writings by Marie Dennis, Renny Golden, and Scott Wright, Orbis Books)
- Romero (1917-1980), arzobispo de San Salvador que murió mártir por su defensa de los pobres e indefensos.
