Sorprende la frecuencia con la que es usada en la Sagrada Escritura la imagen del buen pastor. El buen pastor va a la tierra agreste a buscar a la objeva perdida y la trae a casa lleno de gozo. Y parece que está más contento por la vuelta de la oveja perdida que por las ovejas que permanecieron en casa. Los ángeles que están en la presencia de Dios se alegran por un pecador que se arrepiente.
Eso podría parecer un poco injusto a todos los que son buenos que nunca han hecho nada malo y que no tienen nada especial de lo que arrepentirse, pero esto no es un gran problema, puesto que ni yo, ni ninguna de las personas cercanas somos uno de ellos. No hay ningún día en el que no necesite arrepentirme de algo, y creo que esto es válido para la mayoría de nosotros. La mayor parte de las cosas de las que nosotros nos arrepentimos no es algo enorme (no nos drogamos, no asesinamos, no cometemos adulterio). Pero necesito pedir perdón por una falta de sensibilidad habitual por las necesidades de los otros, porque también yo estoy cansado o muy ocupado para escuchar a nadie. O pierdo mi paciencia sin causa adecuada y digo palabras hirientes o dañinas. O caigo atraído por los medios de comunicación social y pienso que la vida debería ser más justa y gruño cuando no lo es.
Creo que cuando obro mal, Dios sufre, como yo sufro cuando alguien que amo hace algo malo o indigno. No estoy seguro sobre la ira. Jesús se enfadó en alguna ocasión., pero el nunca estuvo atrapado por la ira. En lugar de eso, sintió el dolor de la compasión, de la comprensión, de desear lo mejor para gente, y a menudo consiguió lo peor. Y nos dijo que todo lo que quería para nosotros nuestro Padre celestial era el decir: “Papá, lo siento. Quiero volver a casa”. Con sólo hacerlo Dios nos daría con prontitud una gran fiesta, alegrándose porque la oveja perdida había vuelto”. (Penguins and Golden Calves, Shaw Books)
- Léngle es autor de más de 60 libros, incluido el popular libro para niños titulado A Wrinkle In Time (Farrar Straus & Giroux).
