Cualquiera que se adentre en el discipulado, se adentra en la muerte de Jesús, y mete su propia vida en la muerte; así ha sido desde el principio. La cruz no es el horrible fin de una vida piadosa, feliz, sino que está vigente desde el mismo comienzo de la comunidad con Jesucristo. De cada llamada de Cristo deriva la muerte. Si como los primeros discípulos dejamos cada y ocupación para seguirle, o como Lutero dejamos el monasterio para entrar en una profesión secular, en ambos casos la muerte nos aguarda, la muerte en Jesucristo, desvaneciéndose nuestra vieja forma de ser humano en la llamada de Jesús.
Aquellos que no estén preparados para tomar la cruz, aquellos que no estén preparados para entregar sus vidas al sufrimiento y al rechazo de los otros, pierde se comunidad con Jesucristo y no son discípulos. El discipulado es un compromiso de sufrimiento en Cristo. (extraído de Bread and Wine: Readings for Lent and Easter, Plough)
- Bonhoeffer (1906-45) fue pastor luterano y teólogo martirizado por los Nazis.