50 años de vida en relación (2ª parte)

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.En aquel Fin de Semana de Encuentro Matrimonial aprendimos lo que supone ponerse nuevamente en situación de caminar. Nos conocimos más, a nivel personal y como pareja en relación. Experimentamos lo que supone sentirse acogido y escuchado con la confianza de que el otro te quiere como realmente eres. Y, lo que para nosotros fue de gran importancia, aprendimos a perdonar y a pedir perdón cuando, producto de nuestras diferentes formas de ser, surgían conflictos en cualquier área de nuestra vida de relación: dinero, trabajo, familia, sexualidad, hijos, etc.

Pero también supuso para nosotros descubrir que el amor no depende del azar de nuestros sentimientos, sino que responde a una decisión personal. Cada uno decide amar o no a su cónyuge, sintiendo que ese amor es recíproco y único, porque los dos decidimos ofrecernos el uno al otro de manera desinteresada, íntima y responsable.

A partir de entonces, nuestro matrimonio pasó de ser un simple contrato, en donde cada uno aportaba su parte a fin de que todo discurriera bien, pasando factura cuando alguno incumplía su parte, a una alianza, o promesa de ser fieles y amarnos uno al otro incondicionalmente. Una alianza que nos ha permitido conseguir un estilo de vida nos satisface y nos colma de felicidad.

Entender que debíamos amarnos de esa forma hizo que cambiara la relación con nuestros hijos quienes, a su temprana edad, captaron muy bien lo que había sucedido en la relación de sus padres, involucrándose también en este estilo de vida abierto y  dialogante. Un hecho que, con el paso de tiempo, les ha permitido a ellos también crear sus propias familias, con ese mismo carácter abierto y dialogante que, como nos han llegado a decir, ha sido fruto de lo que han vivido junto a nosotros.

Como matrimonio cristiano, vivir esa vida de relación de pareja, nos hizo conscientes de que teníamos la misión de continuar el proyecto creador de Dios. Un proyecto que se ha traducido en crecer en un amor íntimo y respetuoso que, lejos de intentar cambiarnos, nos ha permitido aceptarnos libres tal y como somos. Un amor íntimo en todas sus acepciones: con transparencia, con intimidad comunicativa, con intimidad táctil y con intimidad sexual y exclusiva. Un amor que nos ha llevado a los dos a ser honestos, abiertos, tiernos y confiados el uno con el otro, sin sentir ni vergüenza ni miedo a sentirnos rechazados, sino más bien a aceptar que podemos dejarnos llevar confiados en el amor del otro hasta lo más profundo de nosotros mismos. Es la seguridad de que “soy amado por ti tal y como soy, con mis cualidades pero también con mis defectos, arriesgándome a ser vulnerable, tierno y honesto hacia ti”, y todo ello sin esperar nada a cambio, sin condiciones.

Vivir de esa forma a lo largo de los años, con un amor más real, más rico y fecundo, a nosotros, como creyentes, nos ha permitido llegar a un mayor conocimiento de Dios AMOR.

Pero además, también esa forma de vivir nuestra relación matrimonial la hemos ido haciendo extensiva a otras personas y a matrimonios con los que hemos tenido la dicha de relacionarnos.

Mención especial tenemos que hacer de cómo, ese amor relacional que nosotros dos hemos vivido, ha influenciado en nuestros tres hijos. A ellos les hemos tratado de inculcar los mismos valores en los que nosotros creemos y con los que hemos crecido como pareja: autonomía, libertad para expresarse, escucha, apertura, perdón y entrega generosa y desinteresada a los demás. Hemos hecho que nuestra casa estuviera siempre abierta a quien ha necesitado de nosotros.

Finalmente decir que, siempre que ha sido posible, nuestra participación en cualquier actividad (Parroquia, Escuela de Padres, catecumenado de adultos, cursillos de novios, en el Movimiento de Encuentro Matrimonial) la hemos venido desarrollando en pareja, los dos juntos, pues creemos que nuestro signo sacramental así lo demanda.

Por eso, tras estos más de 50 años de vida compartida, podemos afirmar alto y claro que ¡EL MATRIMONIO ES UNA BUENA NOTICIA y que EL AMOR PARA TODA LA VIDA, ENTRE HOMBRE Y MUJER, ES POSIBLE!