Los amigos que siguen esta sección saben sin duda que el origen de los iconos se coloca en los comienzos el cristianismo, aunque los más antiguos que nos han llegado no pasan del siglo V-VI. El centro principal de producción fue primero Constantinopla. La capital del imperio bizantino asimiló las tradiciones pictóricas de Siria y Egipto, que transmitió luego a las diversas provincias del imperio: Grecia, Chipre, Siria, etc., y a los países limítrofes convertidos al cristianismo por la iglesia constantinopolitana: Rusia, Rumania, Bulgaria, Yugoslavia, etc.
Aparte de los efectos devastadores que supuso la iconoclasia (726-842), la iconografía experimentó una eclipse con la caída de Constantinopla en manos de los turcos (1543) y con la occiden-talización impuesta por Pedro el Grande.
Ahora bien, con la segunda mitad del siglo XIX comienza un renacimiento, convocando la vuelta al rico patrimonio antiguo y una producción creciente en los países de tradición bizantina, en primer lugar Grecia. Es en este momento donde se sitúa el icono que presentamos hoy.
Esta representación de María Madre de Dios (Sporucnia gresnych en ruso) viene enmarcada por un óvalo. Sostiene al Niño con el brazo izquierdo. Ambos llevan una corona. El Hijo pone sus manos sobre la mano derecha de María, que a su vez toca con esta misma mano la rodilla del Niño.
El marco ovalado está formado por cuatro cartelones con las siguientes inscripciones: «Yo soy la abogada de los pecadores ante mi Hijo. Él me ha prometido escuchar mi plegaria para quienes me alegran al pedir a través de mi persona la Vida Eterna».
Esta advocación viene mencionada por vez primera en 1844. Antes de este fecha un icono fue depositado durante muchos años en el monasterio Odrinski (cerca de la ciudad de Orel, en Rusia) formando parte de un grupo de iconos olvidados.
Durante el verano de 1884 el icono comenzó a obrar numerosos milagros. Una réplica de este icono era venerado también en Moscú con el mismo nombre. Se encontraba en la iglesia de San Nicolás de Tejedores y también alcanzó gran renombre por la multitud de milagros que se le atribuían.
Su fiesta se celebra el 7 de marzo y el 29 de mayo.