Y tú, Belén Efratá, pequeña entre los clanes de Judá, de ti voy a sacar al que ha de gobernar Israel. Él mismo será la paz. Miq. 5,1-4
Comentario
Casi sin darnos cuenta llegamos a la antesala de la noche más hermosa de la historia. El lugar más pequeño se convierte en el testigo del nacimiento de la misma Paz. Todo sin ruido y sin aspavientos, casi en el anonimato de lo apartado y poco relevante. Ahí justo donde no puede pasar nada, en la periferia de un imperio poderoso, nace en lo sencillo Aquel que va a cambiar la historia hacia el lado de los vulnerables. Dios bebé que necesita de todos los cuidados de padres, ángeles, estrellas y pastores es el encargado de hacer verdad el evangelio de los cuidados de una vez para siempre. Bienaventurados nosotros porque aún en medio de las oscuridades de nuestras vidas, se nos concede creer en que Dios habita en las periferias, en lo olvidado y en lo roto.
Feliz Navidad, que creamos.
Creo
Creo que necesito creer como necesito amar.
Creo porque la incredulidad me ayuda.
Creo porque creemos.
Creo creando.
Creo empeñado en dejar de obligarme.
Creo que somos iguales,
aunque peque contra este mandamiento.
Creo porque otros me han enseñado
que lo imposible tiene cabida.
Creo que el bien y el amor han de hacerse y,
las más de las veces, dejarse hacer.
Creo en una palangana y una jofaina
y en unos pies (libres) que se dejan lavar.
Creo en la Resurrección de la carne,
de la tuya, de la mía, de la de todos,
con nuestras cicatrices ya sin dolor, solidarias.
Creo porque necesito creer
como necesito amar…
creo amando, amo creyendo (lo intento)
¿Lo intentamos?
Foto: Miguel Ángel Velasco