‘Si quieres ser feliz como me dices, no analices, muchacho, no analices’-decía el maestro-. Cuando está ocurriendo el ‘acontecimiento’ de estar con Dios, no trates de indagar. Deja que el acontecimiento ‘misterioso’ te afecte en el silencio de quien no trata de ‘saber’.
Abandona la manía de pretender analizar todo. ‘[Deja] de inquirir en los atributos [del de Dios] o del tuyo. Deja esto atrás y dale culto enteramente en la sustancia de tu alma: todo lo que eres, tal cual eres, ofrecido a todo lo que él es’.
Esa profunda relación oscura y silenciosa, cambia radicalmente a la persona. Puede alguien estar relacionándose y tratando con ‘cosas’ sagradas, con el Santo de los Santos, y permanecer sin cambio alguno, porque falta la entrega auténtica y sostenida. Lo sagrado actúa, Dios actúa sólo cuando hay amor en el corazón, en la mente, en la conciencia y en el cuerpo del orante. ‘Donde no hay amor, nada es sagrado’1.
Se quejaba Cristo Jesús a una mística: ‘Muchos me aman, es verdad, pero siguen siendo ellos. No han cambiado su modo de ser por mi amor". No se dejan afectar, tocar, cambiar, sencillamente porque no se entregan.
‘En la actitud religiosa, no basta la simple referencia al Misterio; la persona ha de verse afectada por él y ha de responder con su libre reconocimiento y su entrega incondicional’2. ¡Cuántas cosas explican estas palabras. Cuántos fracasos, en personas ambientadas siempre en lo sagrado, pueden explicarse desde esta visión!
Dejarse afectar hasta el fondo de nuestra personalidad, en aquel límite’ donde uno es, sencillamente, ‘persona’. Y desde ésta se construye una forma nueva de presencia entre los hombres, una nueva personalidad. Afirma Rahner: ‘Pocos parecen entender que hacerse persona, es fruto de la mirada pobre y abandonada en Dios. ‘…saber que no eres, es entrega’. Y ‘pasar al no saber’ de Juan de la Cruz, es dejarse afectar por la Sabiduría, que es Cristo Jesús.
‘Quien en la actualidad tenga el valor de… abrir su corazón al Dios de la misericordia para dejarse perdonar y tenga el gozo de experimentar a Dios como amor, que se le da y entrega a sí mismo como regalo, ése es un hombre religioso, una mujer religiosa y mística. Ser religioso es ‘dejarse tocar’ por el misterio.
- Krishnamurti, Diario II, p. 4.
- Juan Martín Velasco, Dios, oración, hombre, Selecciones de Teología, 53 (1972) 43.