Hablo en nombre del Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM).
La evangelización se ha llevado a cabo en el continente africano desde los inicios de la Iglesia. El encuentro entre el Eunuco Etíope y el Diácono Felipe (cfr. Hch 8, 26-39) es un ejemplo que viene al caso.
Sin embargo, para la mayor parte del África subsahariana el deber de evangelizar es una tarea de reciente aparición, por lo que distinguir entre Antiguo y Nuevo Testamento es muy difícil.
No obstante, parecería apropiado hablar de Nueva Evangelización para África empezando con el reto lanzado por el Papa Pablo VI en 1969: “Africanos, sed misioneros de vosotros mismos” (Pablo VI, Homilía para la Celebración Eucarística en Kampala al final del Simposio de los Obispos de África, Uganda, 31 de julio de 1969).
Este reto implica que seamos verdaderamente africanos y verdaderamente católicos, lo que reclama una Iglesia madura para el continente.
- Para responder a este reto, fue necesario establecer y reforzar las organizaciones pastorales a nivel nacional y regional. Siguiendo esta línea, en 1960 se estableció el SECAM con la intención de “preservar y fomentar la comunión, la colaboración y la acción conjunta entre todas las Conferencias Episcopales de África y las islas adyacentes”. El establecimiento y el refuerzo de las organizaciones pastorales explica el espectacular número actual de obispos, sacerdotes, hombres y mujeres religiosos y catequistas africanos.
- Es fundamental para la Nueva Evangelización en África el establecimiento de pequeñas comunidades cristianas. Éstas se han convertido, hoy en día, en los centros vivos de evangelización del continente.
Desde un punto de vista negativo, hay varios factores que impiden la necesaria profundización de la fe en África. Por ejemplo:
- la globalización introduce rápidamente valores extranjeros negativos que dificultan a los cristianos del continente su ser verdaderamente africanos. Esto conlleva que su fe cristiana sea lejana.
- Algunos valores tradicionales, como el respeto a la vida y las relaciones sociales y familiares estrechas, son cada vez más difíciles.
- Por otro lado, hay elementos culturales en África que impiden una evangelización apropiada. Entre éstos podemos mencionar los conflictos perennes con base tribal, las enfermedades, la corrupción, el tráfico de seres humanos, la atrocidad del abuso infantil y la violencia contra los menores y las mujeres.
- Otro factor que constituye un reto, y que no debe ser obviado por la Nueva Evangelización en África, es el actual fundamentalismo islámico en el continente. A este respecto, los evangelizadores deben hacer frente al difícil diálogo con una amplia mayoría de buenos musulmanes que permanecen callados, pero también con los pequeños grupos fundamentalistas que no están preparados para aceptar ni siquiera una verdad objetiva opuesta a su postura preconcebida.
La Nueva Evangelización en África necesita también que los evangelizadores africanos vayan más allá de la petición del Papa Pablo VI: “Africanos, sed misioneros de vosotros mismos”. La Evangelización Africana envía, ahora, misioneros en las Iglesias de Occidente, como en las de los Estados Unidos de América y Europa.
Si bien éste sea un hecho plausible, se debe mencionar un posible factor negativo: evangelizadores que busquen en primer lugar una ganancia material antes que una evangelización genuina, en detrimento de la Iglesia en ambos lugares. La Iglesia en África se privaría de los evangelizadores mejor cualificados y las Iglesias occidentales, materialmente ricas, recibirían evangelizadores cuyo principal objetivo sería el beneficio material.
Con todo esto en mente, podemos ver que el Sínodo para la Nueva Evangelización es un acontecimiento muy bien recibido. Tal como dijo Su Santidad el Papa Benedicto XVI, es un llamamiento para África: “Levántate, toma tu camilla y echa a andar” (ver Africae Munus, n. 148). Con fe renovada a través de este Sínodo, creo que África puede superar los profundos problemas enraizados a los que debe enfrentarse hoy en día.
A la sombra de las dos Exhortaciones Apostólicas Post-Sinodales: Ecclesia in Africa de 1995 y Africae Munus de 2011, como también del Catecismo de la Iglesia Católica y el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, la Iglesia en África espera, justamente, una cosecha abundante de este Sínodo.