Uno debe suponer que los políticos no son tontos si tan alto han llegado. Ello hace más difícil entender por qué les preocupa tanto que las agencias de calificación te den o te quiten un sobresaliente. Cabe suponer que los políticos sabrán más de lo que pueden decir.
Porque en una película reciente y muy vista (Inside Job), cuando cuenta cómo diversos bancos de inversión estaban vendiendo activos tóxicos, se dice literalmente sobre esas agencias que las entidades compradoras “deberían haber dicho: ‘son de hipotecas subprime ¿por qué los estoy comprando?’. Pero estaban los tipos en Mody’s y Standard and Poors diciendo: ‘son triple A’ (calificación de máxima fiabilidad)”.
A continuación (Bill Agman, administrador de fondos de cobertura) explica: “ningún valor se emitió sin el sello de las agencias calificadoras. Las tres agencias (Moody’s, S & P y Fitch) ganaron millones calificando como triple A a valores riesgosos.
Moody’s, la más grande, cuadruplicó sus utilidades entre 2000 y 2007. Moody’s y S & P recibían compensación por informes de calificación; y cuantos más valores estructurados calificaban como AAA más ganaban en el trimestre… Las agencias podían haber parado la fiesta y haber dicho: ‘vamos a ajustar los criterios’, y haber detenido los fondos a prestatarios riesgosos. Pero no lo hicieron: los fondo AAA aumentaron rápidamente: de sólo un manojo a miles y miles. Estaban calificando cientos de miles de millones de dólares al año”.
A continuación Frank Partnoy profesor de Derecho y finanzas en San Diego, explica: “testifiqué ante el Congreso sobre las agencias calificadoras; ambas veces había abogados constitucionales prominentes y dijeron: ‘cuando le damos a algo una calificación AAA sólo es nuestra opinión. Uno no debe confiar en ella. Las calificaciones expresan nuestra opinión. Queremos subrayar el hecho de que las calificaciones son sólo opiniones nuestras’ ”.
Y el director de la película comenta que esos abogados “no compartieron sus opiniones con nosotros: todos se negaron a ser entrevistados para esta película”.
Leído esto sólo cabe concluir que: o las agencias de calificación (¡que dieron triple A a Madoff días antes de su quiebra!) nos rebajan sus calificaciones porque no las “compensamos” (¡precioso eufemismo!), o que simplemente sus notas forman parte de un plan de la derecha más reaccionaria y neoliberal norteamericana para acabar con todo lo positivo que puede significar Europa y que les resulta molesto; un “capitalismo renano” algo más humano que el norteamericano, un estado del bienestar que para ellos es “comunismo puro” y ayuda a la vagancia.
Una moneda que podría llegar a ser un peligro para el dólar y privar a EEUU del injusto privilegio que supone la oficialidad universal de su moneda, y que le permite ser el país más endeudado del mundo sin tener que soportar las dificultades de las deudas de los demás países.
En los partidos de fútbol, los árbitros pueden equivocarse y se equivocan muchas veces. Pero en principio hay que suponer su buena voluntad y deseo de imparcialidad, a menos que se demuestre lo contrario. En el arbitraje de las agencias el procedimiento ha de ser inverso: hay que suponer su parcialidad y su deshonestidad, a menos que se pruebe expresamente lo contrario. Cosa que hasta ahora ninguna agencia ha demostrado.
Piénsese lo que se quiera sobre lo que hay detrás de todo eso. Quizás los políticos saben más y no pueden decirlo. Pero al menos no seamos tan idiotas sobre todo nuestros medios de comunicación (tan dados a confundir lo hortera con la noticia), como para dar beligerancia e importancia a unas descalificaciones a las que (al menos por lo visto hasta el momento) ¡ni siquiera eso que llaman “los mercados” les han hecho caso!.
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