Por fin María llegó también al final. ¿Cómo sería el término de esta criatura prodigiosa que tanto amó? Los cristianos, especialmente a partir de los siglos V y VI empezaron a interesarse por la suerte última de la Señora. Una intuición de fe iluminada por las promesas de Dios no les aseguraba que ella no hubiera muerto, pero todo en ella tenía que ser distinto. A ella tuvo que sucederle otra cosa. Nos hablan de \»dormición\», \»tránsito\», \»glorificación\», \»asunción\». Todo significa lo mismo. Que María llegó a la apoteosis final. Que descansa para siempre en el corazón de Dios. Que nada de Ella se ha perdido. Que toda entera, cuerpo y alma, asciende a la gloria celestial. Pío XII, el 1 de noviembre de 1950, proclamó: \»La Inmaculada Madre de Dios, la siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial\». En este día fue \»supercanonizada\» María.Y María triunfa porque siempre estuvo asociada a su Hijo. Como El, sufrió, penó, murió. No podía menos de ascender por la gracia de Dios a la vida eterna. Por nosotros y por nuestra salvación vivió en la tierra, y por nosotros y por nuestra salvación, como el Señor, nos mira desde el cielo.Si nosotros camináramos como Ella siempre al lado del Señor y sin perderla de vista en nuestro corazón… Está claro que en su compañía nos hallamos en pleno día, pues su azul diáfano no admite dudas. Esos momentos radiantes que María nos hace vislumbrar llenan la vida de resurrección y nos ayudan a resucitar a los demás. Santa María, que mientras caminamos, tu Asunción nos valga. Y llévanos un día hacia donde Tú estás. Pero llévanos. Tú, Señora del Buen Aire. Cuando quieras, pero mejor un día en que los cristianos te honran, Nuestra Señora.
La Presentación de la Bienaventurada Virgen María
Lc 19,41-44. ¡Si reconocieras lo que conduce a la paz!