Es tiempo de ofrendas, de aguinaldos, de compartir los dones, de acordarse de quienes tienen menos, de regalarse a los amigos con gestos de amor sincero, con buenas nuevas y presencias solidarias.
La madre de Samuel subió al templo a agradecer el don que había recibido al concebir un hijo. María corrió al encuentro de su prima para compartir la noticia de su embarazo, y prestarle sus manos serviciales.
Los que se sienten privilegiados por bienes que se les otorgan comparten, invitan, donan. Así lo hizo Zaqueo y la pecadora: así lo hicieron las mujeres en la mañana de Pascua, y los primeros discípulos del Maestro.
No se puede retener el don que se recibe, pues cuanto se nos regala es para compartirlo y edificar a los demás. El obsequio que se nos hace estos días, la noticia del nacimiento de Jesús, debería ser la razón de nuestros intercambios.
Atrévete a regalar la Buena Nueva: ¡Dios nos visita! ¡Dios nos quiere! ¡Dios nos acompaña, se hace uno de nosotros y nos hace a nosotros semejantes a Él! Llevamos en nuestro cuerpo la naturaleza del que quiso nacer de mujer, del Hijo de María. Tenemos un hermano que a la vez es Dios, Hijo de Dios, y por Él somos familia de Dios.
¿Te parece poco regalo?