Intentar servir a otros lleva consigo el ser atrapado por muchas tensiones; algunas acosan desde fuera y otras asaltan desde dentro. ¿Cómo podemos permanecer enérgicos, efectivos y auténticos? He aquí algunas directrices o pautas para el largo camino:
Sitúate más allá de las ideologías; sé a la vez post-liberal y post-conservador.
¡Ten un número ideológico que no figure en la lista! Rechaza el ser pre-definido por ideología alguna, tanto de la izquierda como de la derecha. Como Jesús, trasciende fronteras, sorprende constantemente, rechaza ser clasificado.
No seas ni liberal ni conservador; sé hombre o mujer de fe y de compasión, y que eso te apee y te haga tocar tierra en cualquier camino que emprendas, sea liberal o conservador.
Procura encarnar a la vez al Cristo humillado y al Cristo triunfante.
¡No tengas miedo de ser un “don nadie” y tampoco temas ser “don todo”! Cristo se despojó a sí mismo y rehuyó reclamar posición alguna o prestigio, o destacar con títulos públicos, con indumentaria distintiva, o con cualquier exhibición triunfante de poder. Pero él es también el Cristo que resucitó triunfante de la tumba, y que debe ser proclamado públicamente, con colorido, sano orgullo y exhibición. Él es a la vez el Cristo del testimonio silencioso y anónimo, y el Cristo de las procesiones públicas y tumultuosas. Honra a los dos.
Declárate a favor de los marginados, sin ser marginado tú mismo.
¡Actúa con habilidad, camina por la cuerda floja fina! Adopta tu postura en favor de los marginados, justo mientras se te conoce por tu cordura, sensatez y capacidad de relacionarte afectuosa y profundamente con toda clase de personas y grupos. Que te reconozcan por tu postura radical a favor de los pobres, mientras te reconocen también por el amplio alcance de tu abrazo.
Sé líder y dirige sin ser elitista.
¡Déjate dirigir por el artista, pero escucha también a la gente de la calle! Sé líder, esteta, artista, persona creativa que intente conducir a otros hacia adelante, aun cuando rehuyas el elitismo de cualquier clase, y asegúrate de que todo tipo de personas se sientan cómodas y a gusto junto a ti. Sé líder, pero con empatía, sin desdeñar ni menospreciar la cultura, los sentimientos y la piedad de otros.
Sé al mismo tiempo iconoclasta y piadoso.
¡No tengas miedo de destrozar a los ídolos, pero, por otra parte, no temas inclinarte haciendo una reverencia! El problema está en que los piadosos no son liberales y los liberales no son piadosos. Trata de ser los dos a la vez; el uno no funciona sin el otro. Los corazones grandes sostienen bien cercanos principios contradictorios, no así los corazones chiquitos. Contribuye a hacer añicos falsos dioses que deben ser destrozados, aun cuando tú no tengas reparo en arrodillarte frecuentemente en oración con reverencia.
Comprométete por igual a la justicia social y a la intimidad con Jesús.
¡Ve aprendiendo a sentirte igualmente cómodo dirigiendo tanto una marcha por la paz como una oración devocional! No hagas opción entre la justicia y Jesús, entre comprometerte a favor de los pobres y en fomentar una intimidad personal con Jesús. No elijas entre interioridad y acción. Dorothy Day no lo hizo. Es una lección para todos.
Sitúate plenamente en el mundo, aun cuando te sientas arraigado en alguna otra parte.
¡Vive en una complejidad atormentada! Ama al mundo, ama su belleza pagana, déjate asombrar por él, aun cuando tengas tu corazón arraigado en algo más profundo, de forma que las realidades de la fe también te asombren. Aguanta la tensión entre un amor imposible por el mundo y un amor igualmente desesperado por las realidades que lo trascienden.
Ama al mundo como amarías a un amante que tuviera algunas rarezas de carácter y debilidades que te causan dolor. Ora mucho. Llora de vez en cuando. Acércate a hurtadillas a una iglesia cuando lo necesites, y camina regularmente al sol. La iglesia tiene secretos dignos de conocerse, y el mundo es también hermoso.
Reflexiona y medita, en sentido bíblico, aguantando la tensión dentro de la comunidad.
¡Trágate la tensión que haya en torno a ti! María meditó profundamente, no dando vueltas a pensamientos profundos intelectuales, sino aguantando, cargando y transformando la tensión para no responder con la misma moneda. Como Jesús, ella colaboró a eliminar el pecado y la tensión absorbiéndolos, como un filtro de agua guarda las impurezas, las toxinas y la suciedad dentro de sí y devuelve sólo agua pura. Intenta ser absorbente de tensiones dentro de las comunidades en que vives. Absorbe la amargura, el rencor, la insensibilidad y dureza, la histeria de grupo, la falta de reconciliación, como pudiera hacerlo un filtro de agua. Y después, tómate un buen vaso de vino con un amigo para deshacerte de tus propias toxinas…
Contribuye a personificar una madurez más profunda.
¡Ve a lugares oscuros o dudosos, pero no peques! Lucha por la libertad que gozamos como don de Dios, mientras sirves de ejemplo y muestras a otros cómo la libertad puede lograrse sin abusar jamás de ella. Como Jesús, que se asoció con los pecadores y marginados de su tiempo (aunque no pecó), camina tú con gran libertad, y si vas a lugares siniestros y de dudosa reputación, entra allí no para imponer tu autonomía humana, sino para recibir la luz de Dios.
¡Muestra tu amor a la canción (al servicio)! ¡Olvídate de ti mismo y de cómo los demás reaccionan ante ti!
Un mal cantante muestra en el escenario su amor a sí mismo; un cantante más maduro muestra su amor a su audiencia; y un cantante realmente maduro muestra su amor a la canción.
En el servicio ocurre lo mismo. Olvídate de ti mismo, de tu imagen, de la necesidad de demostrar tu valía, y finalmente olvídate también de tu audiencia, de forma que tú y tu canción -tu servicio- no se centren ni en ti mismo ni en tu gente, sino en Dios.