INTRODUCCIÓN
¡Cuántas personas se acercan hoy al matrimonio con verdadero temor preguntándose si el amor es para siempre! Es una duda que revolotea en la sociedad, por causas muy diversas. Son demasiados los fracasos matrimoniales como para no verse atemorizados al decidir el casamiento. Ni faltan matrimonios que reconocen desalentados: "nos queremos un montón, pero algo nos pasa que nos impide llegar a entendernos". Todo ello nos lleva a preguntarnos con toda honradez si efectivamente la posibilidad de un amor para siempre es una verdad incuestionable en nuestros días.
Amor para siempre es una parte constitutiva del verdadero amor y es, a la vez, un ideal. San Pablo en el Nuevo Testamento, nos asegura y tranquiliza que "el amor no pasa". (1Corintios 13).
Este es el objetivo del presente artículo: dilucidar cuál es el amor verdadero que hay que primar, fortalecer, hacer crecer; y cómo ayudarse, para que a pesar de los obstáculos, crisis y dificultades propias del ser humano, sea verdad aquello, que pareja tras pareja se dicen en los comienzos: "hasta que la muerte nos separe".
UTILIZANDO LA BRÚJULA
Toda persona que se acerque al matrimonio ha de conocer cuál es el fin que ha de perseguir, las dificultades inherentes a toda relación profunda y contar con la madurez suficiente para enfrentarse al conflicto y deterioro propio del ser humano, sabiendo que nadie puede ofrecerle al otro el cielo en la tierra.
Dificultades y problemas siempre los ha habido, los hay y los habrá. Por eso, en el amor, como en todo lo humano, hay que tener una actitud de vigilancia. El mejor árbol en la mejor tierra, sin el cuidado preciso degenera, se seca. Los matrimonios han de buscar los recursos necesarios que les ayuden a alcanzar la plenitud del amor.
LOS PSEUDOAMORES
El primer problema con que nos encontramos es el del concepto del amor. Con una misma palabra describimos realidades muy distintas. A nadie se le oculta que el concepto y las imágenes que poseemos del amor están muy deterioradas por las influencias negativas de los medios de comunicación social: cine, revistas del corazón, publicidad. Además, no es raro, hoy día en nuestra sociedad, ver cómo se ridiculiza el amor cristiano, privándole con frecuencia de sus rasgos propios y más genuinos.
Delimitemos en primer lugar qué es el amor matrimonial para que cuando hablemos de él sepamos a lo que nos estamos refiriendo. No vendría nada mal que el matrimonio comenzara dialogando sobre qué entiende cada uno que es el amor y por qué, y contrastándolo con lo que más adelante vamos a decir.
EL AMOR
Platón en el Diálogo de Lisis afirma que "amor es desear que la persona amada sea lo más feliz posible". Sin duda, esta es una característica fundamental del verdadero amor: buscar el bien de la otra persona. No se conseguiría la unidad de los que se aman sin la búsqueda del bien del otro. De lo contrario, se caería fácilmente en el egoísmo, que destruiría el amor. No otra cosa es la preciosa descripción del Amor que hace San Pablo al reducirla a acciones en contra del egoísmo: "El amor es paciente, es amable, no es envidioso…, no lleva cuenta del mal, no busca su interés,…"(1Cor 13)
Más aún, el amor de marido y esposa no puede fundarse sólo en las cualidades corporales o espirituales del otro, porquenunca pueden ser únicas e irrepetibles. Siempre se pueden encontrar otras mejores, y el abrazarse a ellas daría lugar a un amor equívoco y caduco, irremediablemente condenado a la desilusión y al prurito del cambio indefinido. ¡Cómo lo confirman las revistas del corazón, con ese baile constante de cambios de pareja!
El verdadero amor es una relación de dos espíritus, que fundan la unidad de un tú y un yo, sin que su identidad se confunda. Por esto, el matrimonio es un crecer hacía un yo separado. El ideal no es que tiendan hacerse a imagen y semejanza, sino que cada uno de ellos sea más él mismo, pero enriquecido con la ayuda, comprensión y amor constante en su crecimiento personal.
Como dice el escritor checo Rainer M. Rilke: "Esta es la paradoja del amor entre un hombre y una mujer: dos infinitos se encuentran con dos límites. Dos infinitamente necesitados de ser amados se encuentran con dos frágiles y limitadas capacidades de amar. Y sólo en el horizonte de un AMOR más grande no se devoran en la pretensión, ni se resignan, sino que caminan juntos hacia una plenitud de la cual el otro es SIGNO".
Esta relación no es sólo instinto, ni sentimiento, ni sensación, es comunicación, encuentro, relación de dos espíritus con su corporeidad, que cada uno tiene la vivencia de comunión para alcanzar la convivencia en la unidad. ¡Qué bien lo expresa el cordobés, D. Luis Góngora y Argote con el siguiente epitafio!: "Y en letras de oro: aquí yacen individuamente juntos, a pesar del amor dos, a pesar del número uno".
I.- DIFICULTADES EN EL LENGUAJE DEL AMOR
Los sentimientos
Si en la comunicación verbal constatamos dificultades en la transmisión de los mensajes, porque en muchas ocasiones no terminamos de enterarnos bien de lo que nos quieren decir, mucho más complicado y difícil es captar los mensajes de los sentimientos. Porque el amor es una relación de dos espíritus que para su comunicación necesitan principalmente hacerlo a través de sentimientos. Estos contienen múltiples matices que se manifiestan en: miradas, gestos, actitudes, tonos de voz, posturas físicas y psíquicas, que muchas veces, resultan casi imposibles de captar. Hemos de saber que mis sentimientos los conozco yo, y solamente los puede conocer aquel a quien yo se los revele. Ni el mejor de los psicólogos puede conocer mis sentimientos mientras que yo no se los manifieste.
Las diferentes maneras de amar
Muchas de las decepciones o llamados fracasos provienen de que quiero que me ames con mi estilo y no a tu manera. Esto es aplicable tanto al hombre como a la mujer. No es extraño oír de un matrimonio que lleva años rodando: "No entiendo tu manera de amar". Sin entrar en los niveles de la comunicación profunda, sino quedándonos en niveles ordinarios de comunicación, nos encontramos con maridos que piensan que trabajar por la casa y aportar dinero para que todospuedan vivir bien es suficiente manifestación de amor para toda la familia.
El mundo diferencial del hombre y la mujer
La relación profunda o de intimidad de dos personas es delicada y complicada. La psicología diferencial nos manifiesta lenguajes diferentes para el hombre y para la mujer. Además, hay que sumar las diferencias caracteriológicas o temperamentales de cada una de las personas, independientes del sexo. Todo ello nos hace encontrarnos, de hecho, ante distintas sensibilidades, expresiones, modos muy diversos de ver y enfocar las circunstancias, sobre todo, en los temas afectivos.
Un principio de solución sería aceptar que los hombres y las mujeres somos distintos, que expresamos las cosas de maneras diferentes, que vivimos los acontecimientos de formas muy diversas, y, sobre todo, que son muy complejos los matices que conlleva la expresión sentimental.
La necesidad de intimidad
La comunicación profunda, propia de la intimidad, es muy importante en el día a día matrimonial; en ella se revela lo más profundo que existe en cada persona. Pero, para que ese encuentro en la intimidad resulte gratificante y enriquecedor es necesario que cada uno de los cónyuges, en la medida en que va descubriendo su mundo interior, se sienta aceptado, querido y valorado por el otro. De tal modo pesa la comunicación íntima en la relación matrimonial que, de no darse, sería una clara manifestación de que el verdadero amor se ha desgastado y de que el matrimonio estaría muy cerca de ser vivido como la anodina yuxtaposición de dos vidas que discurren en paralelo. Por tanto, como algo abocado a fracasar ante un cúmulo de sin sabores, desencuentros, faltas de entendimiento; en definitiva, de infelicidad.
La Ternura
Pero, ese diálogo en intimidad es algo que en el fondo ambos presienten que han necesitado para hacer crecer su amor, para no quedarse anquilosados en la rutina. Sobre todo, la esposa habrádeseado y esperado, en muchos momentos, detalles, actitudes, atenciones llenas de ternura. La ternura es un tema de singular importancia en la vida matrimonial. Y muy unidos a la ternura están los detalles mutuos. Una reflexión que ayudará, sin lugar a dudas, a todo matrimonio, será analizar conjuntamente y reconocer tanto los rasgos de ternura o falta de ellos que hay en sus vidas como el mundo de los detalles.
Conocer las necesidades básicas
El camino de la comunicación profunda nos llevará a indagar cuáles son las necesidades fundamentales de cada uno y, esto no sólo para sobrevivir sino para crecer, para llegar a la plenitud del amor. Cada uno tiene que conocer de la otra persona lo que quiere, añora; lo que le divierte, le alegra, le da confianza y le realiza humana y espiritualmente.
Con relativa facilidad podemos encontrar matrimonios que no conocen cuáles son las necesidades fundamentales de su cónyuge y, por inverosímil que resulte, esto se acentúa con el paso de los años. Es señal clara del deterioro del verdadero amor. Quizás habría que comenzar preguntando a cada uno de ellos si conoce cuáles son sus propias necesidades básicas o, si se quiere, cuáles son las cosas que le frustran o le dejan desconsolado. A veces las cosas se definen mejor por lo que no son que por lo que son.
Evolución de la pareja
Otra dificultad más a superar para esa intimidad propia del matrimonio es elsaber que el ser humano está sometido a un constante cambio. Si las células de nuestro organismo están mutando constantemente, también lo estamos haciendo psíquica y espiritualmente. No digamos nada acerca de los gustos o del mundo de los deseos. Lo que hoy me gusta o deseo, al cabo de poco tiempo deja de gustarme y de ser un aliciente en mi vida.
Una vez más, la perfecta unidad a la que los esposos desean y tienden, se les diluye y ven que es casi imposible alcanzarla. Porque la vida es pura dinámica. Aunque en más de una ocasión nos gustaría parar la vida, sin embargo la vida del matrimonio, como la vida misma, no es algo estático. Es cierto que las personas estamos en constante evolución y desarrollo. Y más en la sociedad actual que, por una razón o por otra, nos mete prisa y nos hace evolucionar más rápido de lo que desearíamos.
El dinamismo de la vida
Además, sepamos que todo lo que nos ocurre forma parte del mundo de nuestras experiencias y, éstas influyen, modelan nuestra conducta y comportamientos futuros. Por eso, no podemos dejar que tengan efectos negativos que nos hagan adoptar posturas reactivas para sobrevivir. Por el contrario, todo lo que nos afecta nos debe servir para el crecimiento personal. Tampoco sería bueno que nos quedáramos anquilosados, sin evolucionar: eso significaría un empobrecimiento de nuestro desarrollo personal. Aquí, tendría sentido aquello de "el que no avanza, retrocede".
II.-APORTACIONES DEL VERDADERO AMOR
Por todo ello, lo importante es crecer, evolucionar en sentido positivo. Que cada día se ayuden los cónyuges a ser más persona; que cada vez sea más rica la personalidad de cada uno de ellos,hasta alcanzar la plenitud del ser humano. Este es uno de los principales deberes del matrimonio: el ayudarse para este desarrollo. El casarse es para sumar y nunca para restar. Esto quiere decir que en la medida de lo posible nadie tiene que cercenar algo importante de su personalidad o desarrollo. Al contrario, hay que ayudar al otro/a a potenciar lo mejor de él. Así, el matrimonio crece en confianza, en seguridad; en definitiva, en auténtico amor que cada día se va convirtiendo en fidelidad: por el amor que se tienen y por lo que el uno al otro se deben. De este modo, el amor se constituye en un deber por aquello que decía Kierkegaard: "Sólo el amor cuando sea un deber, sólo entonces estará eternamente protegido".
Voluntad de querer dialogar
De no darse este deber de amar se desarrollaría un antagonismo tal que, bien sea con una conducta de castigo o de defensa, irá marcando la distancia. Al final ambos quedarán atrapados por pequeñas historias que han ido enfriando el amor. Hay que conseguir un equilibrio conjunto observando las causas y viendo cómo se ha llegado a la situación actual. El ideal es mantener, día a día, un diálogo sincero de tú a tú. Hay que proceder sin prisas, con deseo de dialogar y no de discutir. La discusión llevará cada uno a reafirmar su visión del problema. Por el contrario, el diálogo con voluntad de buscar una solución intentará entender, comprender la postura del otro, y desde dónde y por qué me lo que me dice o actúa como actúa.
En esto consiste "la empatía" que debe presidir las relaciones del matrimonio en cada momento. A esta voluntad de querer arreglar las cosas, se ha de sumar la inteligencia, la creatividad y la destreza para saber conducir el diálogo sin levantar las defensas del otro.
Vigilar el tesoro que llevamos
Las dificultades y los obstáculos en el matrimonio hay que atajarlos e intentar resolverlos en el momento en que aparecen. Ocultarlos no sirve de nada. No querer enterarse de su existencia tampoco ayuda a resolver la situación. El tiempo no cura lo que se oculta. Sino al contrario, cuando los problemas se hacen patentes ya tienen una difícil solución.
Tocamos aquí un tema fundamental: el de saber detectar el momento en que comienza a resentirse la comunicación profunda; en el que ya no se transmiten sentimientos; en el que ya no se revela al otro lo que hay en el fondo del propio ser; en el que no hay ambiente para la verdadera intimidad porque en el fondo ya no se siente uno plenamente aceptado, amado, valorado.
Alerta
¡Cuántos matrimonios se deshacen de hecho por estar aguantando más de lo que deberían haber soportado! Antes de que aparezca la decepción y el mostrarse el uno al otro que es poco lo que se tiene en común; poco lo que pueden decirse; antes de que sólo quede recordar y rumiar las situaciones pasadas de falta de entusiasmo, de aburrimiento y de rutina; mucho antes de que hagan aparición estas situaciones en el escenario de sus vidas, habría que haber dado un frenazo en seco y plantearse: ¿Qué es lo que nos está pasando?
A modo de conclusión
No quisiera que este artículo creara falsas expectativas o provocara reacciones de desaliento ante el matrimonio. Cierto que nadie puede ofrecerle al otro un matrimonio perfecto, ni exigir un amor absoluto y sin defecto. Sí, tiene que quedar claro que el matrimonio es un don, pero que no se da de una vez para siempre sino que hay que profundizarlo y afianzarlo. El Papa Juan Pablo II decía que "El amor es la vocación fundamental e innata de todo ser humano" (Familiaris Consortio 11) pero, a la vez, es una tarea. Las cosas que valen en la vida no se consiguen sin esfuerzo. Hay que contar que las cosas ocurrirán bajo el signo de la lucha con uno mismo; en definitiva, con el egoísmo.
Resumiendo y en plan de receta habrá que tener una estrecha vigilancia en los ámbitos que son proclives al desarrollo de conflictos:
2.- El poder. Hay que repartirlo según la valía de cada uno y hay que hacerlo desde el diálogo y el consenso, no desde la discusión, o la imposición.
3.- La sexualidad. Sobre todo estar pendiente de los pretextos. Nunca practicar la sexualidad sin afectividad. Hay que vivir más la ternura que la pasión, que es destructiva. Nunca uno puede ser arrastrado en su libertad. Y ojo avizor para resolver cada problema en su ámbito y no buscar compensaciones en otro campo.
4.- Valores por los que luchamos. Hay que constatar, hacer patentes, tanto para uno como para el otro, los valores por los que se lucha en el hogar. Preguntarse ¿cuáles son los valores que vivimos y nos esforzamos por conseguir, tanto en el matrimonio como en la educación de los hijos? ¿Qué medios estamos poniendo y qué revisión de ellos hacemos?
5.- El tiempo libre y ocio es un espacio de suma importancia. Hay que buscar tiempo libre donde los dos se encuentren bien, relajados, a gusto, llenos de felicidad. No olvidar el premiarse de vez en cuando con algo que les encante a los dos.
En este apartado tiene especial importancia el aspecto de las relaciones sociales; sobre todo, el contar con buenas amistades para los dos.
6- La economía y la política. Se impone el diálogo para alcanzar un consenso igualitario, tanto en el campo de la economía familiar como en el de la política.
7.- La salud física y psíquica. No por ser el último deja de tener menos importancia. Tanto lo físico como lo psíquico es importante cuidarlo porque hace que cada uno nosotros nos sintamos bien con nosotros mismos.
Rafael Porras, S. J. Doctor en Psicología
Revista Diálogo 262