El ángel del Señor anunció a María
La primera palabra de Dios fue para ti, María.
Y el cielo volcó todos sus júbilos sobre ti,
mientras el ángel Gabriel te decía:
¡Alégrate, María!
Por eso la creación te rodea, te mira
y repite el mandato del ángel:
¡Alégrate, María!
He aquí la esclava del Señor
Y tú te abriste a los júbilos y aceptaste el mandato:
«Hágase en mí según tu Palabra».
Y se hizo.
Y Dios bajó a tus entrañas. Por eso
te decimos:
¡Alégrate, María!
Llénate de alegría, que todo será poco
para este mundo triste, que está esperando,
Virgen María, tu sonrisa y tu luz.
Alegrías que vas a repartir
entre infinitos hijos dolientes
de la Iglesia, que te esperan, llamándote:
¡Causa de nuestra alegría!
Y el Verbo se hizo carne
Por eso no te quedaste triste
al no encontrar posada en Belén.
«No hay sitio», te dijeron,
pero otra voz dentro de ti cantaba:
¡Alégrate, María!
Y estrellas, ángeles y pastores
toda la noche te lo repetían:
¡Alégrate, María!
Proclamaste ante el mundo,
la creación y la Iglesia
la plenitud rebosante de tu alegría:
Salta mi alma de gozo, glorifica al Señor.
Y desde entonces hasta ahora
se cumple tu profecía:
Me llamarán feliz todas las generaciones.