Nuestros hijos ya han vuelto al colegio, a la formación profesional o a la universidad. Este año me he visto sorprendido con la exigencia a los padres de cursar asignaturas propias y específicas. Sin ellas -me dicen- será imposible que mis hijos se desarrollen emocional e intelectualmente. Estoy alarmado. Ahora resulta que el que tengo que formarme soy yo. El aprovechamiento y desarrollo de mis hijos -me aseguran- depende de mí, de mi mujer y del entorno familiar, además de la concurrencia de su esfuerzo. Me limitaré, para no alargarme, a espigar algunos párrafos de los libros de texto que nos tocará estudiar y ejercitar. Veamos:
Libro del amor:
- El elemento determinante para educar bien a los hijos es que sus padres se quieran y les quieran.
- El otro día, al reprochar a mi hijo de 14 años el bajón que habían dado sus notas, me espetó este comentario que me dejó frío: ¿Tú crees que, cuando os veo a mamá y a ti en el plan que estáis, puedo sentarme a estudiar?
- Deja de preocuparte tanto por tus hijos y preocúpate un poco más de resolver tus diferencias con el otro cónyuge. Ese es el mayor bien que podemos hacer a los hijos.
- Muchos padres tienen miopía aguda para ver los problemas de sus hijos. No reparan, por ejemplo, en el daño que ellos mismos les producen con sus discusiones o malos ejemplos.
- El matrimonio no puede reñir, ni en broma, delante de los hijos.
- Querer a los hijos es mucho más que darles un capricho. Es también saberse tragar esa supuesta injusticia del otro cónyuge para no herir a los hijos, que no tienen culpa de nada. Ellos son los únicos inocentes y los que más caro pagan las consecuencias de las peleas entre sus padres.
Libro del tiempo:
- ¿Sabemos dar al otro y a nuestros hijos algo de nuestro tiempo? ¿Estamos dispuestos a reservar unos minutos al día, unas horas a la semana, para dedicarlas a los nuestros? ¿Sabes lo que es compensar la exigua cantidad con tiempos de calidad?
- Nos escudamos en las prisas de nuestra época para pasar por nuestra familia como fantasmas. Sin embargo, siempre sacamos tiempo para aquello que verdaderamente nos interesa: ese viaje, esa visita, ese partido, ese programa… Por no citar las evasiones indecentes de algunos.
- Un niño de 10 años preguntó a su padre cuánto le pagaban en su trabajo por una hora. El padre, con ganas de quitárselo de encima, le contestó que 50 euros. A la noche siguiente, cuando el padre llegó a casa y se sentó ante el televisor, el chavalillo se le acercó y le dio 25 euros en monedas, todos sus ahorros. Ante la cara de sorpresa del padre, el niño susurró tímidamente: es por media hora de conversación conmigo.
Libro del respeto:
- Si, por desgracia, la llama del amor se ha debilitado, no traspases nunca, nunca (ni siquiera circunstancialmente) la frontera del respeto, ni con actos, ni con palabras, ni con omisiones. El respeto es la base de cualquier convivencia y relación humana. Debemos respeto, incluso, a los animales, a las plantas, a la naturaleza entera. ¿Se lo vas a negar a tu cónyuge o a tu hijo?
- Muchas rupturas traumáticas tienen por causa el derrumbe previo del respeto.
- El respeto a personas y cosas es la mínima aportación a la educación de tus hijos.
- Algunas “buenas familias” no se explican por qué sus hijos se extravían. La causa está, muchas veces, en la falta de respeto en el ambiente familiar.
- Procura no aplicar castigos físicos a tus hijos. Pero, si las circunstancias te obligan a ello, nunca les golpees o amenaces en el rostro, es el lugar del máximo respeto.
Libro del sexo:
- La relación sexual entre los esposos es la expresión máxima de unidad y afecto que puede darse entre dos seres humanos. No la degrades.
- No confundas relación sexual con excitación genital. La primera es entrega y comunicación entre dos personas con profunda unidad y vínculos afectivos. La segunda es un mero desahogo fisiológico. No conviertas a tu pareja en una cloaca o en mero placebo. Como mínimo, respeto. Caminad el sendero gozoso de la comunicación profunda y la entrega mutua. No prostituyáis vuestro matrimonio.
- Las expresiones de amor delante de los hijos les hacen bien, pero nunca deben tener contenido sexual. (Ya sabes, ciertos besos y abrazos, manos sinuosas, gestos íntimos, palabras picantes, chistes verdes, etc.). Las legítimas y preciosas expresiones sexuales de vuestro amor deben quedar en la intimidad. Desarrollaremos en el curso los efectos nocivos de los comportamientos imprudentes en este terreno.
- Explicad a vuestros hijos, en el momento oportuno y paulatinamente (se concretará en el curso), los secretos del sexo. No esperéis a que se lo cuenten otros. Contestad con naturalidad a sus preguntas en la extensión y profundidad adecuadas a su edad.
Hay otras asignaturas con sus respectivos libros, que sólo puedo citar por falta de espacio: – La gestión de tensiones y conflictos. – La cirugía traumática en el matrimonio. – El cuerpo y la educación .Este año los padres vamos a tener que hincar los codos y aplicarnos de lo lindo. Algún día os contaré.