Caminando en Cuaresma: Cuarto domingo.

Jos 5, 9ª. 10-12; Sal 23; 2 Co 5, 17-21; Lc 15, 1-3. 11-32

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.De nuevo la liturgia cuaresmal nos propone el texto de la parábola del “hijo pródigo”, que ya hemos meditado el segundo sábado de Cuaresma”. Sin embargo, podemos experimentar que la Palabra de Dios es siempre viva, y cada vez que la meditas, te puede decir algo nuevo.

En los textos de este domingo cabe descubrir el itinerario de la reconciliación:

MEMORIA DE LA CASA PATERNA: “Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan.”

CONCIENCIA DE PECADO Y NECESIDAD DE RETORNO: “Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, ya no merezco llamarme hijo tuyo».”

MOVIMIENTO DE RETORNO: “Se puso en camino adonde estaba su padre.”

ENCUENTRO ENTRAÑABLE: “Su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr se le echó al cuello y se puso a besarlo.”

EXPERIENCIA DESBORDANTE DE PERDÓN: “Celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido.”

TESTIGO DE LA MISERICORDIA: “Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha, y lo salva de sus angustias”. “Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado”. “Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo.”

CÁNTICO DE ALEGRÍA: “Oyó la música y el baile”. “Proclamad conmigo la grandeza del Señor”. “Gustad y ved qué bueno es el Señor” (Sal 33)”. Desde la Palabra de Dios, quien se resiste al perdón se hace una injusticia, se condena a vivir apátrida, vagabundo, sin referencia entrañable, sin tierra, entristecido, deprimido, deshecho, despersonalizado.

Quien se resiste al perdón no llega a conocer el amor de Dios, crece en un subjetivismo nocivo, se endurece, huye del propio conocimiento, busca los defectos de los demás, se incapacita para pertenecer a la comunidad, se vuelve juez inmisericorde, se convierte en pretencioso, piensa que es invulnerable, puede llegar a enloquecer.

“En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios (2 Co 5,20).