Ambientación. Sobre la mesa o sobre el suelo, en el centro, hay una vela grande encendida, sobre una bandeja, al lado, hay velas pequeñas apagadas.
Motivación. Cierra los ojos y contempla con tu mente sólo la vela encendida. Ilumina la habitación, nos ilumina a cada uno de nosotros, la necesitamos para ver. Jesús entra en la habitación, coge la vela y se acerca a ti para decirte: «Vosotros sois la Luz del mundo. No apaguéis vuestra luz. Cada uno tenéis en vuestro interior cualidades y dones que sirven de orientación a los demás. Cada uno sois pequeñas luces que iluminan la vida de los otros y ¡untos, descubriendo esas luces y ofreciéndolas a los demás, seréis un camino luminoso en la vida de los hombres». Jesús te mira y te alarga la vela encendida.
Cogemos las velas pequeñas y las vamos encendiendo. Al hacerlo, cada uno puede hacer una de estas invocaciones u otra parecida:
- Señor, tu iluminas a todo hombre,que camina por este mundo.
Ilumina nuestros corazones,unifica nuestro espíritu
y danos la Paz verdadera. - Tu que haces de la oscuridad luz y de la noche día
y todo es claro para Ti
ilumínanos para seguir en tu camino. - Señor, enciende tu luz en nuestros corazones
y toda nuestra vida quedará iluminada. - Te pedimos que seamos luz
y sepamos dar al mundo razón
de nuestra esperanza. - Señor, que cuantos vean nuestro vivir diario
se sientan alumbrados por tu Luz.
Después de un momento de silencio, oramos juntos:
que nos ayudas a ver
cuando estamos solos y desorientados.
Enciende tu Luz en nuestro interior
para que nuestra vida
sea una señal luminosa
en el camino de nuestros hermanos.
Limpia nuestros ojos
para poder descubrir las luces
que brillan en la vida de los otros.
Queremos compartirlas
y formar una gran familia,
una gran comunidad
que sea como una antorcha
que llegue hasta los rincones lejanos.