Celebración del agua

Ambientación. Sobre una mesa o en el suelo, en el centro de local donde se va a realizar la celebración, se coloca una jarra de cristal con agua y unos vasos repartidos alrededor de la jarra. Unos vacíos, otros caí­dos, alguno boca abajo, alguno medio lleno y alguno lleno de agua. Conviene que haya más vasos que las personas que participen en la celebración.

Motivación. Estamos acostumbrados a ver el agua, a sentirla. Forma ya parte de nuestra vida, como algo normal. Cuando nos falta nos sentimos incómodos.El agua nos refresca, nos limpia, nos re­genera. El agua nos recuerda la transparen­cia, la claridad, la inmensidad. El agua da la Vida.Jesús se identifica con el Agua Viva. Con el agua que limpia, con el agua que apaga la sed. Vamos a pedir juntos la ayuda del Es­píritu para poder entender todo el significa­do de ese agua de la que habla el Señor.

-  Cantamos juntos o escuchamos la can­ción «Danos, oh Señor, tu Espíritu» [Testigos de la Fe, Alfonso Luna)Proclamación de la Palabra: Jesús y la Samaritana (Jn 4,4-15)Silencio contemplativo. Puede ayudar el mantener una música de fondo suave.

Un lector. Acabamos de oír las palabras de Jesús «el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás». Vamos ahora a identi­ficarnos con esos vasos que están ahí. Son distintas situaciones posibles de nuestras vi­das. Podemos coger el que más refleje cómo es o está esa agua viva en nosotros. Expresamos cómo nos sentimos y nuestros deseos de que el Señor colme nuestra sed.

-  Al final de su intervención cada uno puede terminar llenando su vaso con el agua de la jarra.
Después de habernos expresado unimos nuestras voces en una misma oración
.

(JPG)Señor Jesús,
que te acercaste a la Samaritana
y le enseñaste cuál era el Agua viva.
Acércate hoy a nosotros
y danos de beber de ese Agua.
Sabemos que sólo Tu
puedes calmar nuestra sed.
En el camino de la vida
muchas veces buscamos otras aguas
y nos olvidamos
de que el Agua verdadera eres Tu.
Sal a nuestro encuentro
y danos la Vida.
Sal a nuestro encuentro
y apaga nuestra sed.
Sal al encuentro de todos los hombres,
nuestros hermanos,
para que puedan encontrar
la Fuente que sólo está en Ti.

Cantamos para terminar «El agua del Señor» (Jesús es el Señor, Kairoi).