Somos invitados en este encuentro a orar juntos. Y a orar bien. Tal vez la oración sea nuestra única fuerza, el único instrumento de que disponemos para mejorar cosas y hacer posible lo imposible. La vida de cada uno de nosotros y las de los hermanos y hermanas a quienes servimos son el campo donde el buen Sembrador siembra simientes de vida y santidad.
En estos tiempos de sementera, nosotros nos sentimos llamados a ser colaboradores del Señor en sus afanes de siembra. Tal vez no lleguemos a ver la cosecha; pero nada debe impedirnos que le ayudemos a sembrar. Vamos a pedirle con mucha fe que nos convierta en sembradores de la buena simiente de la vocación en corazón de todos los jóvenes. Le suplicaremos además que nos mueva también a ser sus compañeros en su camino de crecimiento.
Que ningún joven, por nuestra inhibición o ignorancia, quede sin recibir y reconocer con gratitud los gérmenes de vida que Jesús deposita en él. Que ningún joven se quede estancado y perdido porque no encuentra a nadie que le ayude, le oriente y le sostenga. Hoy venimos ante la presencia del Señor para decirle una vez más: Heme aquí, Señor. Envíame.
La Semilla que se siembra y crece. Celebración
La Semilla que se siembra y crece. Guión
Secretariado de Pastoral Vocacional. Misioneros Claretianos. Roma
Foto: por Victor Bezrukov