Celebrar 50 años de matrimonio

Cariño mío:

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.Hace 60 años que me enamoré de ti. Y hoy, sigo enamorado. Con el transcurrir de estos años, la fogosidad y el ímpetu de la juventud han ido dando paso, poco a poco, a la ternura y la serenidad, no exenta de pasión pues me sigues gustando muchísimo.

Me parece que fue ayer o antes de ayer cuando nos unimos en matrimonio. Y recuerdo de forma especial mi oración después de comulgar el día de nuestra boda, en la que le pedía al Señor que me ayudara a amarte siempre, que no dejara apagarse nuestro amor y que me mantuviera siempre fiel a ti. Y fíjate, cariño mío, ya han pasado cincuenta años, en los que hemos vivido de todo, bueno, regular y situaciones duras. Estoy seguro que otras parejas hubieran abandonado ante las dificultades que hemos tenido que vivir, casi todas externas a nosotros, pero tú y yo tuvimos siempre muy claro que nos casábamos para toda la vida. Y no con resignación como diciendo “es lo que nos ha tocado” sino con ganas de luchar por nosotros. Sabíamos que el amor había que alimentarlo día a día para que no se enfriara y tratábamos de hacernos número uno, el uno al otro, a través de muchos detalles de cariño, un te quiero, una mirada amorosa, un beso inesperado, una caricia o una carta expresándonos los sentimientos que estábamos viviendo.

Pero, por supuesto, en estos cincuenta años ha pasado de todo: etapas muy buenas para nuestra relación, también etapas de cansancio, de rutina y como no, etapas de encontronazos entre nuestras dos personalidades tan diferentes. Pero podemos decir con orgullo que nunca nos hemos acostado enfadados, sobre todo gracias a una herramienta maravillosa que es el diálogo. Y cuando digo diálogo no hablo de intercambio de telediarios o meramente informativos de nuestras posturas, sino diálogos de lo que estábamos viviendo  en nuestros corazones por encima de razones o formas de ser. Y es que contigo es muy difícil enfadarse porque eres buena, dulce, equilibrada, responsable, generosa y sobretodo la persona que más me quiere en este mundo.

Me has entregado tu vida, has ido aceptando poco a poco mis espinas, mis aristas y me has ayudado a darme cuenta de mis fallos. También me diste tres hijos fantásticos.  He visto tu entrega hacia ellos al estar siempre pendiente de sus necesidades y  no solo de las materiales. Has sido y sigues siendo una madre maravillosa. Por eso, decirte que te quiero y que deseo seguir unido a ti hasta que Dios quiera, se me queda muy pobre, ya que intentar resumir en las líneas de esta carta todo lo que significas para mí, es como querer meter toda la arena del desierto del Sáhara en una botella pequeña.

Deseo seguir disfrutando contigo de todo lo hermoso que tenemos en nuestra vida, nuestros nietos, nuestros amigos, la música y en especial de nuestra coral, en la que aparte de relacionarnos con otras personas que sienten por la música lo mismo o parecido que nosotros, le damos sentido a la que vivimos, cantando. Y le vuelvo a pedir al Señor que me ayude a seguir trabajando nuestra relación de forma que podamos vivir felices hasta el final.

Siempre te he dicho que tú eras mi meta, que amarte era lo que más deseaba en mi vida, que hacerte feliz era lo máximo a lo que aspiraba. Y sigue siendo así pues no concibo mi vida sin ti, así que, por favor, vive muchos años por ti y también por mí. Y no me queda más que darte y decirte “Gracias, mi amor” ya que nunca, por mucho años que pueda vivir podré agradecerte tanto amor y tantos y tantos desvelos por mí. Y también, quiero dar gracias al Señor que unió nuestros caminos y que nos ha acompañado desde hace sesenta años.

Te amo, te quiero y mi mayor deseo es poder seguir haciéndolo.

Con todo mi amor.
Rafa.

Querido Rafa:

Aunque la celebración ya ha terminado mi cabeza todavía está llena de emociones. Anoche estuve leyendo todas las cartas y ¡Madre mía! Cómo nos quieren nuestros hijos y también otras personas. Sé que los dos tenemos defectos pero a la larga lo que vamos dejando por el camino y cómo afecta a la gente, me sobrepasa.

La carta que leíste en la iglesia también la leí y he sentido la necesidad de escribirte yo a ti. Y estuve pensando: ¿Cuándo me enamoré de ti? Para ti fue un flechazo pero para mí fue como esa lluvia “sirimiri” que va cayendo sobre la tierra durante mucho tiempo y de repente caes en la cuenta de que la tierra está empapada. Pues te metiste dentro de mi corazón así, poquito a poco. Por eso cuando me preguntaste si quería ser tu novia, yo te dije ¿Y no podemos seguir como hasta ahora? Y es que yo ya te amaba y no quería que eso cambiara.

Fue un buen comienzo y los cimientos eran fuertes. Y gracias a Dios que nos puso a Encuentro Matrimonial en nuestro camino y también gracias a nuestro esfuerzo y trabajo con nuestra relación de tantos años, ahora podemos decir que nuestro amor está bien alimentado. Cada dificultad en el camino nos ha hecho más fuertes. Yo no sé lo que hubiera pasado si no hubiésemos tenido las enseñanzas del Encuentro. No lo podremos saber nunca pero el tenerlas nos ha facilitado nuestra unidad.

Tú eres el motor de nuestra relación y yo soy la carrocería. Los dos somos importantes pues uno sin el otro no se movería. Tu espontaneidad y tu preocupación por los demás hacen que ellos me quieran a mí también. Y lo digo porque si no fuera por ti, no me conocerían. Por ejemplo, MC de la parroquia, dijo una cosa en su carta que me ha hecho pensar. Dijo que tú eras un ángel en la tierra. Y pensé, ¿estaré casada con un ángel de esos que pululan por la tierra? No tendría nada de extraño. Y cuando tú me dices que yo soy un ángel, pues justo es que nos hayamos juntado para hacer mejor nuestra  labor en este mundo. Es bonito pensar eso ¿no?

En estos años, después de nuestra jubilación, hemos vivido una nueva época. Hicimos el Camino de Santiago juntos y fue una maravillosa experiencia; luego has disfrutado de la carpintería, del foto-shop y de las fotografías. Y la música ha sido siempre importante para los dos y a ello le dedicas horas sin término para que el estudio de las partituras sea más fácil. Te empeñaste en grabar un disco y, con tanto ensayo y más ensayos, me estabas volviendo loca, pero hasta que no quedaba perfecto no parabas. Incluso después sigues diciendo que se podría mejorar. Y últimamente estas disfrutando de esas partidas de dominó por internet que siempre quisiste tener.

Lo mejor de todo es que aunque las actividades cambian, nuestro cariño, no. Me siguen encantando tus besos y abrazos que me hacen sentir profundamente amada y protegida. Ya sé que no tenemos ya tantas ganas de irnos por ahí, pero hagamos lo que hagamos, lo hacemos con ilusión. Incluso sentarnos en el sofá diciéndonos “que bien se está en casita, los dos solitos”. Y esa ilusión del uno por el otro, con la edad que tenemos, es lo que creo que llama la atención a la gente y nos mantiene “vivos”, a pesar de nuestros dolores de espalda, de pie, de rodilla o de cabeza.   Así que cuídate mucho porque, ¿adónde puede ir una “carrocería” sin su “motor”?. Te quiero y a tu lado me siento la mujer más afortunada del mundo.

Carmen.