Con las raíces al aire

El desarraigo es un trauma para cualquier árbol. Con las raíces al aire, el árbol se seca. Pero, ¿cuáles son las raíces? No hay que confundirlas con las ramas. La poda, a su debido tiempo, es beneficiosa para el árbol. Las raíces del matrimonio son las de la relación de pareja. Lo demás son ramas. Sola comienza la pareja y sola tiene que estar preparada para quedarse. Los pájaros vuelan del nido, cuando están crecidos. Su marcha sólo es traumática para quien ha sido más padre o madre que esposo o esposa

Queridos amigos:

    Veo que la vida os está haciendo atravesar por momentos difíciles. Hay asuntos que parece que os sumergen en un pozo de desarraigo, aunque se trate de realidades cotidianas e, incluso, previsibles.

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.     Comprendo que os inquietéis, cuando veis que los hijos ya están creciendo y no tardarán en disponerse a volar fuera del hogar para fundar el suyo propio. Esto es ley de vida y os afecta a los dos. Sólo que lo vivís de distinta manera, como me reconocéis en vuestra carta. Quizá debido a que ella pasó un tiempo siendo más madre que esposa, lo sufre más. Con más desarraigo, porque se ha ocupado más de su cuidado desde que eran niños. Porque, como veis ahora con claridad meridiana, cuando tú te preocupabas preferentemente de ser un buen proveedor y le dejabas a ella en soledad y con el cuidado de la casa y de los hijos, viviendo como casado-soltero, ella tuvo sus razones -también de casada-soltera- para refugiarse en esas tareas. Por eso, ahora ella lo sufrirá más que tú, a pesar de que en estos momentos sea más esposa que madre, o de que conciba su maternidad desde su forma de ser esposa. Tú también sufres por la pena de haberte perdido momentos importantes en la vida de tus hijos que ya no volverán.

    Pero, además, a ella se le ha juntado el hecho de que a su madre se le extingue la vida como una vela. La ve cada vez más anciana y más torpe. Esto también es ley de vida. Ella lo sabe. Lo que pasa es que una cosa es saber y otra, muy distinta, aceptar y asumir. Saber no duele. En cambio, ¡cuánto cuesta y duele tener que aceptar y asumir determinadas cosas que sabemos! Particularmente aquellas que amenazan con quebrar nuestra pertenencia con las personas que queremos. Si, al menos, se pudiera hacer por ellas cuanto se desea para aliviar sus últimos momentos, ya sería un consuelo. Pero ella siente la impotencia de no poder hacer por su madre lo que desearía, dada la distancia que las separa a las dos. Por eso, lo vive con angustia y con la sensación de no estar haciendo lo que debiera.

    Me parece que esta situación es para que la abordéis en vuestro diálogo. No para que os separe al uno del otro. Os agradezco la confianza que depositáis en mí al compartirme todo eso y los sentimientos que surgen en vosotros ante ella.

    Lo primero que se me ocurre es deciros que cuidéis vuestra relación. Y, para cuidarla, amiga mía, tienes que cuidarte mucho. Tu psicología es frágil y tienes que hacer por tí lo que otros no puede hacer. Los demás podemos ayudarte y es deber de nuestro cariño hacia tí. Pero tú eres la principal agente del cuidado sobre tu vida. No te eches en brazos de la depresión. Reacciona con fuerza. Eres muy importante para tu esposo, para tus hijos y para cuantos te queremos entrañablemente. No sé si sigues con el tratamiento que te han puesto. Es importante que no lo dejes y que te atengas a lo que te vaya diciendo el especialista que te trata. También es importante que colabores con tu actitud personal. El enfermo que no quiere vivir se muere a pesar de los buenos tratamientos clínicos.

    No te hablo de memoria. Sabes que últimamente he pasado una etapa en que he experimentado el desarraigo fuertemente. Me tenía bajo mínimos en mi estado de ánimo. Si ahora se me ha abierto el horizonte, ha sido a base de lucha por superarme y hacerme responsable de mí mismo. He tratado de no ceder a la tentación de hundirme, interpelándome a ejercitar los mejores resortes de mi creatividad, y de no cultivar lo que me llevaba a posturas derrotistas, que me tiraban hacia abajo; o a posturas cómodas, que trataban de dejar las responsabilidades que me competiría tomar. Los efectos de esta creatividad han sido muy buenos para mí. Y creo que también pueden serlos para tí. Por lo menos yo he logrado evitar la depresión y la tristeza más honda y negra.

    Respecto al desarraigo que experimentáis con relación a vuestros hijos me parece que es una buena oportunidad para entablar un diálogo entre los dos, hasta alcanzaros en los sentimientos más profundos que vivís al respecto. Puede que, detrás de los sentimientos más superficiales, encontréis otros más hondos. A lo mejor os da miedo tener que afrontar eso que sabéis más que de sobra: que la pareja comienza sola su historia de amor y la termina sola. Tratad de ser honestos y de acrecentar el deseo de ofreceros la compañía que necesitáis para afrontar esta etapa de vuestra vida de pareja.

    También en el asunto de la madre de ella os ruego que lo abordéis en diálogo amoroso. Es normal que los sentimientos no sean los mismos en vosotros dos. Compartirlos puede ser un antídoto contra la soledad que provoca el desarraigo. Pero, además, os ayudará a tomar una postura común de cara a lo que tenéis que hacer. Necesitáis dialogar. Pero sin acusaros de no tener los mismos sentimientos, sino tratando de escucharos activamente y de meteros el uno en la piel del otro. Desde ahí podréis adoptar la postura más conveniente.

    De todas formas, creo que hay cosas que no podéis hacer, ni consentir. Me refiero a que tu madre quiere conservar su independencia, mientras se pueda valer por sí misma. Y esto me parece que es bueno. Sin embargo, lo que no puede pretender es que por conservar su independencia sacrifique la de los demás. No hay que consentir que se nos utilice para fines egoístas. Sería un chantaje. Vosotros tenéis vuestra casa, vuestro trabajo y vuestras obligaciones, que no son pocas. Ahora os ha pedido que vayáis con más frecuencia a visitarla. A lo mejor esto podéis hacerlo ahora. Pero habéis de tener en cuenta que ella irá necesitando cada vez más cuidado, porque es anciana. Vosotros no siempre vais a poderla atender en su casa, teniendo en cuenta la distancia. Por eso, pienso que haríais bien en hablarle con claridad. Creo que es verdad que estáis dispuestos a atenderla y a cuidarla. La cuestión es dónde: si en su casa o fuera de ella. Si podéis y no os crea mayores problemas, le podríais proponer que se fuera a vivir con vosotros. A mí me parece que ésta puede ser una solución. Claro que a lo mejor yo no tengo más que unos pocos elementos de juicio y vosotros veis esta salida, que os propongo, como descabellada. No intento otra cosa que aportaros mi parecer. Ved vosotros lo que sea mejor.

    Os dejo por hoy. Ya está bien. Yo también os quiero mucho. Mucho más. Un fuerte abrazo para todos y saludos a la gente conocida. Ciao.