Conclusiones

23 de octubre de 2005

Sin embargo, nosotros sostenemos que el neoliberalismo global no puede abarcar a todos ni siquiera en las naciones más prósperas. En esta era de la globalización la economía depende de lo que se va restando, las ganancias se incrementan reduciendo los elementos (especialmente mano de obra) más que los otros competidores, ya que cuanto menor sean estos costes más alta será la tasa de rendimiento. Se deduce por tanto, que cuantas menos personas compartan la riqueza, mayores serán los beneficios a repartir, por tanto las empresas pertenecen a sus inversores, no a sus empleados, pueblo o país donde este su sede.

En las naciones más pobres las poblaciones sufrirán hambrunas y desempleo creando un ambiente explosivo. Tanto en estos países pobres como en los ricos, los excluidos darán origen al terrorismo, delincuencia, migraciones, etc, que se escaparán al control del Estado.

¿Crecimiento legítimo de la población?

Cuando se firmó la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, los firmantes no pensaron que existiera la posibilidad de elección entre una libertad de reproducción ilimitada y un orden social internacional y ecológico, al borde del colapso en la actualidad. El aumento de la población y los derechos humanos tal como la conciben los firmantes de la Declaración Universal, son incompatibles entre sí, pero esta no va acompañada de una autoridad global que pueda intervenir legítimamente para reducir la población. Algunos Estados fomentan la libertad de reproducción pensando que esto les hará más poderosos, sin embargo en el sur muchos Estados no tienen presupuestos para sanidad y planificación familiar porque dedican esos fondos para atender el pago de la deuda y la disciplina económica.

En el Norte también existe una crisis de población a causa de la inmigración, estos inmigrantes son más prolíficos y los países a los que llegan no les ofrecen programas específicos de planificación familiar; son familias más numerosas y más pobres, víctimas de un nivel cultural más bajo, y de tasas de desempleo que les conducen al tráfico ilegal, a las bandas, a la delincuencia y a veces al terrorismo. Aunque la mayoría están dispuestos a trabajar en la economía sumergida, tolerada por algunos gobiernos para que sus empresas sigan siendo competitivas.

Estos inmigrantes, de difícil asimilación social en los Estados del Norte son una pequeña muestra de los que llegarán en el futuro, conforme sus sociedades se vean sumergidas en crisis políticas, económicas y ecológicas. Esto causará graves enfrentamientos culturales.

La cultura capitalista es predominantemente occidental y se caracteriza por su competencia y consumismo, cuando los que llegan no cuentan con una gama de instituciones sociales para asimilar e integrarse en la cultura del país, esta asimilación suele realizarse a través de la publicidad, televisión y consumismo local. Este tipo de asimilación necesita disponer de suficientes ingresos para participar en esta cultura mercantil, a la que se les incita constantemente con imágenes de consumo. Se produce entonces una constante frustración por no poder participar de esta cultura que deriva en una implosión cultural, en venganzas, patologías destructivas, etc.

Todo esto es contrario a las condiciones que deben darse para sostener el sistema liberal global en el s. XXI. Estas condiciones serían:

Garantizar empleos solventes y bien remunerados.

Disminuir las distancias que separan los salarios por el mismo trabajo en todo el mundo.

Socializar a las generaciones jóvenes en la cultura del libre mercado, educación especializada para la productividad de los más inteligentes. Empleo no especializado para los menos inteligentes. Los suministros de alimentos, agua y energía deben de seguir teniendo un precio razonable.

El Estado tiene que facilitar infraestructura básica y seguridad física a los ciudadanos.

La forma de llevar a cabo la regulación internacional es creando instituciones al servicio de la empresa privada.

Según vayan participando más los ciudadanos prósperos en las finanzas, tendrán que comprar seguros anti – crack.

Hay que hacer que las religiones y la expresión religiosa queden confinadas a su ámbito.

Tiene que terminar la difusión de la economía ilegal.

Estas condiciones son las mínimas para el éxito del capitalismo global, pero ninguna de ellas puede darse con la actual demografía. Por tanto no se puede sostener el sistema liberal de libre mercado y a la vez seguir tolerando la presencia de miles de millones de personas superfluas.

La única forma de garantizar la felicidad y el bienestar de la inmensa mayoría, es que la población total de habitantes de la tierra sea proporcionalmente más pequeña.