Los hechos son muy tozudos. Es contraproducente ignorarlos. Eso acontece hoy con el matrimonio y la familia. Hay distintos modelos de familia. La relación conyugal de amor se ha vuelto más libre. Y más frágil. Las separaciones y divorcios crecen y crecen. ¿Qué está pasando con el amor conyugal? ¿Está disminuyendo el amor apasionado y romántico?
La actitud cristiana ante estos hechos y preguntas no puede ser de lamentación o de denuncia retórica. El Papa Francisco ha hecho una clara autocrítica. Es imprescindible para poder hacer atractivo el matrimonio en el mundo de hoy. Reconoce la Exhortación “La alegría del amor” que la forma de tratar a las personas ha ayudado a provocar lo que hoy lamentamos. He aquí los puntos principales de la autocrítica:
- La excesiva insistencia en el fin procreativo sobre el fin unitivo, es decir, sobre la vocación de crecer en el amor y ayudarse mutuamente a ser felices.
- Ha faltado un buen acompañamiento de los matrimonios en los primeros años con propuestas adaptadas a su situación.
- El ideal de matrimonio que hemos presentado ha sido demasiado abstracto, alejado de las posibilidades efectivas de las familias reales.
- La insistencia en las cuestiones bioéticas y morales que no motiva suficientemente la apertura a la gracia.
- Dificultad de presentar el matrimonio como un camino de desarrollo y realización personal sin dejar que prevalezca la visión de la relación conyugal como un peso y una dependencia.
- Nos cuesta dejar espacio a la conciencia de los fieles, que, muchas veces responden lo mejor posible al Evangelio y pueden desarrollar su propio discernimiento. “Estamos llamados a formar las conciencias, pero no a pretender sustituirlas” (La alegría del evangelio, n.37).
- Hemos actuado a la defensiva gastando energías pastorales en el ataque a un mundo decadente, y no hemos sido suficientemente proactivos en mostrar los caminos de felicidad.
Seguramente que reconocer esta autocrítica no es fácil para muchos agentes de pastoral que han gastado muchas energías en defender, a su modo, la realidad humana y sacramental del matrimonio.
Pero el Papa Francisco, fiel a sí mismo, no se queda en la autocrítica. Reconoce con gratitud que en la Iglesia hay muchos matrimonios de probada experiencia y crecimiento. Ellos pueden ayudar a ofrecer espacios de acompañamiento y asesoramiento. Pueden ser un buen testimonio de cómo se abordan los conflictos en la relación y se vive una fidelidad creativa que hace matrimonios felices.