Contemplar ’al que traspasaron’ nos llevará a abrir el corazón a los demás.

15 de febrero de 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “La Cuaresma es un tiempo propicio para aprender a permanecer con María y Juan, el discípulo predilecto, junto a Aquel que en la Cruz consuma el sacrificio de su vida para toda la humanidad”. Por esto el Santo Padre Benedicto XVI ha escogido como tema bíblico para su Mensaje de Cuaresma la cita “Mirarán al que traspasaron” (Jn 19,37). El Papa invita: “Por tanto, con una atención más viva, dirijamos nuestra mirada, en este tiempo de penitencia y de oración, a Cristo crucificado que, muriendo en el Calvario, nos ha revelado plenamente el amor de Dios”.

(GIF)Benedicto XVI recuerda que ha dedicado la encíclica “Deus caritas est” al tema del amor, destacando sus dos formas fundamentales: el ágape y el eros, y afirma: “El término agapé, que aparece muchas veces en el Nuevo Testamento, indica el amor oblativo de quien busca exclusivamente el bien del otro; la palabra eros denota, en cambio, el amor de quien desea poseer lo que le falta y anhela la unión con el amado. El amor con el que Dios nos envuelve es sin duda agapé… Pero el amor de Dios es también eros… el eros forma parte del corazón de Dios: el Todopoderoso espera el ‘sí’ de sus criaturas como un joven esposo el de su esposa. Desgraciadamente, desde sus orígenes la humanidad, seducida por las mentiras del Maligno, se ha cerrado al amor de Dios, con la ilusión de una autosuficiencia que es imposible… Dios, sin embargo, no se dio por vencido, es más, el ‘no’ del hombre fue como el empujón decisivo que le indujo a manifestar su amor en toda su fuerza redentora.”

Para reconquistar el amor de su criatura, Dios ha aceptado pagar un precio altísimo: la sangre de su Hijo Unigénito. En el misterio de la Cruz se revela enteramente el poder irrefrenable de la misericordia del Padre celeste… La muerte, que para el primer Adán era signo extremo de soledad y de impotencia, se transformó de este modo en el acto supremo de amor y de libertad del nuevo Adán”. El Papa invita en su Mensaje a mirar a Cristo traspasado en la Cruz: Él es la revelación más impresionante del amor de Dios, un amor en el que eros y agapé, lejos de contraponerse, se iluminan mutuamente. En la Cruz, Dios mismo mendiga el amor de su criatura: “Él tiene sed del amor de cada uno de nosotros. El apóstol Tomás reconoció a Jesús como ‘Señor y Dios’ cuando puso la mano en la herida de su costado. No es de extrañar que, entre los santos, muchos hayan encontrado en el Corazón de Jesús la expresión más conmovedora de este misterio de amor’… Jesús dijo: ‘Yo cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí’ (Jn 12,32). La respuesta que el Señor desea ardientemente de nosotros es ante todo que aceptemos su amor y nos dejemos atraer por Él. Aceptar su amor, sin embargo, no es suficiente. Hay que corresponder a ese amor y luego comprometerse a comunicarlo a los demás: Cristo ‘me atrae hacia sí’ para unirse a mí, para que aprenda a amar a los hermanos con su mismo amor”.

Contemplando el costado atravesado de Jesús, del que brotan “sangre y agua”, considerados por los Padres símbolos de los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía, emprendemos el camino cuaresmal, memoria de nuestro Bautismo. “La sangre, símbolo del amor del Buen Pastor, llega a nosotros especialmente en el misterio eucarístico… Vivamos, pues, la Cuaresma como un tiempo ‘eucarístico’, en el que, aceptando el amor de Jesús, aprendamos a difundirlo a nuestro alrededor con cada gesto y palabra. De ese modo contemplar ‘al que traspasaron’ nos llevará a abrir el corazón a los demás reconociendo las heridas infligidas a la dignidad del ser humano; nos llevará, particularmente, a luchar contra toda forma de desprecio de la vida y de explotación de la persona y a aliviar los dramas de la soledad y del abandono de muchas personas. Que la Cuaresma sea para todos los cristianos una experiencia renovada del amor de Dios que se nos ha dado en Cristo, amor que por nuestra parte cada día debemos ‘volver a dar’ al prójimo, especialmente al que sufre y al necesitado. Sólo así podremos participar plenamente de la alegría de la Pascua”. (S.L.)

Agencia Fides 13/2/2007