La Relación subraya el fundamento antropológico, cristológico y eclesiológico de la nueva evangelización. Convendría desarrollar la dimensión pneumática, teniendo en cuenta cuanto afirma el Instrumentum Laboris, 41:
el Espíritu Santo es el primer agente de la nueva evangelización. Él hace nuevo el corazón para que cante el canto nuevo (“Novi novum canamus canticum”, San Agustín). Gracias a Él la novedad no está en el orden cronológico nuevo (“neòs” en el griego del N.T), sino en el de la novedad escatológica cualitativa (“kairòs”).
El “mandatum novum” es la “kainé entolé”. Como ha recordado el Santo Padre comentando el himno de la Hora Tercia: “Nunc, Sancte,nobis, Spiritus, unum Patri cum Filio, dignare promptus ingeri nostro refusus pectori”. La iniciativa es de Dios, está en la fuerza del Espíritu.
Me parece que en la Relación se le da poco relieve al papel fundamental de la parroquia, a la que el Instrumentum Laboris dedica importantes reflexiones (IL 81). La experiencia directa del ministerio episcopal, especialmente la visita que estoy efectuando de forma meticulosa desde hace tres años y medio a las parroquias de la Archidiócesis, me ha convencido de que sin un nuevo fervor misionero de la parroquia, del que sean protagonistas los mismos agentes pastorales que en ella trabajan, es difícil vivir una radical, nueva evangelización. Bajo esta luz – aunque apreciando los nuevos movimientos como dones del Espíritu – juzgo que un instrumento precioso es la Acción Católica, a la que se refiere claramente el Instrumentum Laboris en el n. 117, que está totalmente en el espíritu de la cooperación laica en la misión de los pastores.
Creo deber subrayar finalmente la importancia de los jóvenes como destinatarios de la nueva evangelización: si muchos consideran su alejamiento de la práctica religiosa como un hecho descontado, esto no quiere decir que su corazón no esté sediento de Dios. Tengo una prueba de ello cuando los encuentro detenidamente en las universidades y en las escuelas. Es necesario apostar por la respuesta a la llamada “emergencia educativa”, de la que habla el Instrumentum Laboris en el n. 149. Es preciso escucharlos, concederles tiempo, hablarles de Dios y acogerlos en el respeto de su exigencia de libertad. Aquí se comprende lo decisivo que es el papel de la familia (cfr. Instrumentum Laboris 110 y siguientes), pero también qué dramática es la situación de los hijos de divorciados, que se han casado de nuevo, que con frecuencia permanecen ajenos a los sacramentos por la no participación de sus padres.
Aquí se precisa un cambio decisivo en el sentido de la caridad pastoral, como ha afirmado varias el Papa Benedicto XVI (por ejemplo en el Encuentro Mundial de las Familias en Milán). Es también necesario iniciar una reflexión sobre los modos y tiempos necesarios para el reconocimiento de la nulidad del vínculo matrimonial: como obispo y moderador de un Tribunal Eclesiástico Regional, he de admitir que algunas exigencias (por ejemplo la necesidad de la doble sentencia conforme, aunque no haya recurso) parecen poco comprensibles a muchas personas heridas, deseosas de sanar su situación.