La experiencia me enseña que en una parroquia viva y con sentido pastoral, para comenzar con buen pie sus actividades y su movimiento, necesita, a principio de curso una convivencia para toda la Comunidad Parroquial, que esté bien preparada y articulada. La comunidad se reúne, ora, se cuestiona sobre su vida y la vida de su pueblo, trae preparado por el Consejo Parroquial, un plan de Pastoral meditado y medido, que revisa y decide poner en marcha, se hermana y saca fuerza del Espíritu del Señor, aviva un compromiso, y empieza a caminar con decisión con el fin de desarrollar los trabajos del Evangelio a lo largo de los meses del nuevo curso.Esto poco parece necesario para que una parroquia no se convierta en una institución estática, clericalizada y sin vida, sin motivación espiritual y sin participación laical. La parroquia es el instrumento natural para el desarrollo de la vida de fe de los laicos, para que puedan ejercer su participación eclesial y su misión como cristianos, para que entren en una dimensión comunitaria y fraterna, para que su bautismo y su viva sacramental sea algo vivo y no ritos muertos. Cada vez vamos entendiendo más todos, laicos y presbíteros, que es necesario renovar nuestras parroquias y adaptarlas a los nuevos tiempos y a nuestra cultura participativa y buscadora de honduras.Muchas veces nos preguntamos si todavía sirve la parroquia en una sociedad como ésta. Vemos que, cuando se trabaja, da su fruto, pero vemos también que requiere mucho trabajo, mucho esfuerzo, y el despliegue de muchas capacidades, algo que, no pocas veces, por el cansancio, por el fracaso, por los sinsabores vividos en los últimos años, por la carencia de un tejido comunitario renovado, por la ausencia de jóvenes, aparece como casi imposible.La permanencia o el fracaso de la pastoral parroquial nos ha de llevar a todos a buscar caminos nuevos y alternativas sugerentes, tanto dentro como fuera del ámbito parroquial, de modo que el conocimiento del Evangelio de Jesucristo pueda llegar a todos los hombres y mujeres. Es verdad que estamos en un momento difícil, pero también es verdad que lo difícil es lo que se vuelve apasionante. Esta época es para gente entusiasta.
La Natividad del Señor
Jn 1,1-18. El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.