En 2001 el grupo de Médicos Sin Fronteras para el estudio de las enfermedades olvidadas publicó un informe que concluía que sólo el 10% de la investigación sanitaria mundial está dedicado a enfermedades que afectan al 90% de los enfermos del mundo y el 90% de los recursos sanitarios están dedicados a investigar las enfermedades que afectan sólo al 10% de los enfermos. Este dato se conoce como “desequilibrio 10/90”. La mayor parte de los esfuerzos financieros e intelectuales fueron destinados a investigar la impotencia, la obesidad y el insomnio.
Las multinacionales farmacéuticas han presionado a los países occidentales para reforzar internacionalmente las patentes y han conseguido eludir la competencia de los genéricos. Por falta de medicamentos antirretrovirales, cada año tres millones de personas africanas mueren de SIDA.
En 2005 una comisión de expertos del Parlamento Inglés alertó sobre la tremenda influencia de las compañías farmacéuticas en la educación médica de la ciudadanía, la agresividad de su marketing y las nuevas técnicas publicitarias de esta industria para vender medicamentos inventando enfermedades; también insistió en la necesidad de que las patentes y otros derechos de monopolio se compatibilicen con la necesidad de atender las enfermedades de los pobres del mundo.
¿Por qué las industrias farmacéuticas están libres de intervención pública? ¿Por qué los intereses lucrativos y mercantiles de esas poderosas corporaciones se anteponen e imponen a los intereses generales de la ciudadanía y especialmente de los más pobres?
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