Un año más, y en vísperas del Mes Misionero Extraordinario que tendrá lugar en el 2019, la Jornada Mundial de las Misiones –DOMUND– convoca a toda la sociedad a la solidaridad, a la par que hace patente la universalidad de la Iglesia. Este año, se celebrará el próximo 21 de octubre bajo el lema “Cambia el mundo”, pero ha sido hoy cuando la periodista Cristina López Schlichting ha pronunciado el pregón en la catedral Nuestra Señora la Asunción de Valladolid.
La comunicadora de la Cadena Cope, al frente desde hace más de ocho años del programa Fin de semana, ha ido desgranando sus diversos encuentros con misioneros, aunque antes de nada quiso tener unas palabras de agradecimiento a D. Anastasio Gil, Director Nacional de las OMP y recientemente fallecido, “ha dado todas sus energías por los misioneros”, comenzó diciendo. “Para mí, el Domund estará ya siempre unido a la memoria de ese cura enjuto y alegre, tenaz como la gota malaya”.
Seguidamente pasó haciendo memoria de algunos nombres propios de misioneros, tras los cuales descubrió auténticos testigos del amor de Dios a todo el mundo. “El misionero afirma la dignidad de la persona, toda persona, independientemente de su color, su nacionalidad o su fe”. Conexiones que en su caso se entablaron a partir de su labor periodística, pero que luego tornaron en verdaderas amistades que calaron bien hondo. Especialmente emocionante es el recuerdo que guarda del Hermano Ignacio García Alonso, religioso de La Salle, a quien conoció recabando información de lo que estaba ocurriendo en África en los años 90. O de Victoria Braquehais, de la congregación Pureza de María, y que desarrollaba su trabajo en El Congo. Vidas, todas ellas, con un mismo denominador común. Una certeza que acabó moldeando una vocación: el querer responder a la llamada de Jesús. “Trabajando día a día en la sombra, en su nuevo hogar que es el mundo, estos misioneros cambian lo que les rodea. Hasta extremos difícilmente calculables”.
Cambia el mundo
Finalmente, la pregonera del Domund quiso subrayar el legado que todos estos misioneros esparcidos en cualquier punto del globo dejan para todos, pero especialmente para aquellos con los que compartieron tanta vida. Tantísimas veces, incluso después de muertos continúan interpelándonos. Es el caso de las hermanas agustinas misioneras Caridad Álvarez y Esther Paniagua, que tras un discernimiento comunitario decidieron permanecer junto a los más necesitados en Argel, pese a ser conscientes del inminente ataque que iban a sufrir por parte del GIA (Grupo Islámico Armado). O Christian de Chergé, prior trapense, que dejó un testamento espiritual sobrecogedor, y del que quiso leer un fragmento. “Este hombre no solo perdona, -apostilló López Schlichting- es que aspira a reencontrarse en la felicidad eterna con el hombre que le quitó la vida. ¿Hay mayor caridad?” “El Domund cambia el mundo, yo lo he visto. Que nos cambie en 2018 a nosotros”, finalizó.