En los Evangelios las palabras “multitud” (o “muchedumbre”) casi siempre se usan en sentido peyorativo, tanto es así que casi cada vez que aparecen esas palabras se las puede introducir con el adjetivo “estúpida” o “insensata”.
Las muchedumbres no tienen “cerebro”. Se enardecen y se dejan conducir por cualquier energía, campaña publicitaria, moda pasajera, ideología o histeria actual. En los Evangelios esta energía se llama “pasmo, enajenación o embobamiento”. Vemos muchos ejemplos en los Evangelios, cuando Jesús dice o hace algo que sorprende a la multitud; casi invariablemente a esto le sigue la frase “y la multitud se quedó embobada”. Raras veces se considera esto como algo bueno. ¿Por qué?
¿Qué tiene de malo o peligroso la energía de la multitud?
La “energía multitudinaria” (llamémosla así) es peligrosa porque, la mayoría de las veces, es irreflexiva o instintiva. Simplemente conduce y transmite energía, en vez de discernirla y transformarla. Una comparación apropiada para la “energía multitudinaria” -aturdimiento en el sentido bíblico- es un cable eléctrico. Un cable eléctrico simplemente deja fluir la energía a través de sí mismo. Resulta indiferente tanto si esa energía es buena como si es destructiva. El cable es un puro conducto. Lo que entra en él es exactamente lo que fluye de él.
Las multitudes tienden a actuar de la misma manera. Permiten que la energía fluya de forma indiscriminada a través de sí mismas, sin discernir si esa energía es buena o mala. Por ejemplo, estamos hablando de cómo nos vemos involucrados en una cierta energía. Algunas veces esa energía puede ser buena, cuando las muchedumbres se sienten inmersas en una energía positiva, que contribuye eficazmente a construir comunidad. Durante estas últimas semanas, por ejemplo, cientos de millones de personas en el mundo se sintieron inmersas en el rescate de los mineros atrapados en Chile, y esa energía compartida colaboró a crear comunidad por encima de barreras nacionales, étnicas, religiosas y políticas. Percibimos también “energía multitudinaria”, generalmente como cosa positiva, en torno a ciertos acontecimientos deportivos como la Copa Mundial de Fútbol, las Series Mundiales de Baloncesto o un buen número de competiciones de tenis.
Pero más generalmente la energía de una multitud suele ser negativa: la energía de una ideología, del fundamentalismo, del racismo, de la moda y de la propaganda publicitaria. La “energía multitudinaria” es, por ejemplo, la responsable de una violación sexual por una banda de desalmados. También fue la energía responsable de la crucifixión de Jesús. Es instructivo observar a la muchedumbre judía antes y durante la crucifixión. Cinco días antes de ser crucificado, Jesús entró en Jerusalén, y la muchedumbre, entusiasmada, prorrumpió en alabanzas a Jesús, queriendo proclamarlo su rey. Cinco días después, sin haber cambiado prácticamente nada, la misma muchedumbre gritaba: “¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!” Las muchedumbres son volubles porque no piensan, no disciernen, Simplemente transmiten, como cable conductor, cualquier energía -buena o mala- que las domina.
En aquel incidente de los Evangelios, cuando una multitud, celosa hasta la exageración, presenta ante Jesús a una mujer sorprendida en adulterio, vemos un perfecto ejemplo de la energía peligrosa e irreflexiva de una multitud, en contraste con la energía más reflexiva de una persona individual (de Jesús). El texto nos dice que una muchedumbre llevó una mujer a Jesús y exigió que él participara moralmente en su intento de lapidarla hasta la muerte. Pero Jesús, en un reto ahora famoso ya, les dijo: “El que no tenga pecado, ¡tire la primera piedra!” La respuesta fue: “Los oyentes se fueron retirando, uno a uno, empezando por los más ancianos hasta el último”. Una multitud embobada, inmersa en una fiebre moral, lleva una mujer adúltera a Jesús. Pero la misma muchedumbre se retira, ahora como personas individuales, una a una, liberadas ya de la influencia de aquella enajenación multitudinaria.
Sin embargo, hay que distinguir claramente la enajenación del asombro y del sobrecogimiento. Asombro y sobrecogimiento son la antítesis del pasmo o enajenación. En el pasmo, la energía fluye a través de ti. En el asombro y en el sobrecogimiento la energía te transforma, te deja atónito, te paraliza y te sobrecoge.
Una ingeniosa ocurrencia del humorista George Carlin capta muy bien esa diferencia. Tratando de explicar por qué él mismo instintivamente era escéptico de la mayoría de las personas pertenecientes al grupo religioso de los “Re-nacidos” (los “Born-again” en inglés), Carlin bromeaba con agudeza: “No me fío de los ´re-nacidos´ porque hablan demasiado. ¡Cuando yo nací, me quedé tan asombrado y sobrecogido que no pude hablar durante dos años! Cuando alguien tenga una experiencia religiosa lo suficientemente poderosa como para enmudecerles durante dos años, entonces los tomaré en serio!”.
Y en eso consiste el reto: ¡Cuidado con la energía que dimana de una muchedumbre! ¡Cuidado con la última moda! ¡Cuidado con las campañas publicitarias de cualquier tipo! ¡Cuidado con los animadores, tanto del bando liberal como del conservador! ¡Cuidado con cualquier muchedumbre que, en nombre de Dios, quiera apedrear a alguien hasta la muerte!
Piensa en retrospectiva en las varias crucifixiones en las que estuviste tú involucrado y recuerda cómo, más tarde, con la sobriedad y claridad de algún sentimiento diferente, te preguntaste: ¿Cómo pude cometer tal disparate, tan cruel, tan estúpido? Lee en los periódicos y en internet relatos e historias de jóvenes de corazón bueno y decente, que se sienten de tal forma intimidados y coaccionados por la energía de la muchedumbre en la red, que llegan a suicidarse. Piensa cómo, en cada caso, las personas responsables al fin se retiran, uno a uno, mucho más sobrias y reflexivas que lo que fueron cuando estaban inmersas en la estúpida e insensata energía de una muchedumbre.
Después tal vez, de modo más informal, repasa en tus archivos algunas fotos tuyas que muestren tus diferentes estilos en peinados y vestidos a través de los años, y obtendrás todos los recursos que necesitas para comprender lo voluble e insensata que puede ser la “energía multitudinaria” del momento.
(Traducido por : Carmelo Astiz, cmf)