El ejercicio de cuidar es uno de los verbos esenciales que, inevitablemente, todo ser humano debe conjugar para llegar a ser lo que está llamado a ser. El cuidar se convierte en una práctica trascendente, porque se abre a la perspectiva del otro, del sujeto que está más allá de los contornos de mi personalidad.
El cuidar no es una actividad tangencial o accidental, sino una actividad constitutiva del ser humano. El ser humano también puede ser definido como el ser que requiere ser cuidado para seguir siendo lo que es; como el ser que sólo si es cuidado puede llegar a desarrollar sus potencialidades.
Santa Cecilia, virgen y mártir
Lc 19,45-48. Habéis hecho de la casa de Dios una “cueva de bandidos”.