De vacaciones en mi tierra, he estado con un grupo de curas de Ourense. Casi todos llevan años entregados a fondo en el mundo rural. Curas de pueblo. De los de antes y de los de ahora. Curas de pueblo que no escapan del pueblo, que viven con el pueblo, gozan y sufren con él. En las duras y en las maduras. Curas que permanecen, que no se cansan, que no se van. Curas desbordados y que se hacen preguntas sobre el futuro.
No tanto sobre el futuro de la fe que, según ellos, permanecerá siempre entre la gente del pueblo. Las raíces tiran y la infancia, patria de la vida, también. Por eso, a mis amigos curas lo que más les preocupa es el futuro de la institución eclesial y del sacerdocio ministerial. Ése es el que no ven claro.
Y piden claves de interpretación. Y quieren saber lo que piensan los grandes gurús de la jerarquía católica española y eclesial. En Madrid y en Roma. No ven que la Iglesia tenga una estrategia a corto y medio plazo. Una estrategia evangelizadora real, pegada a la tierra. Ellos siguen haciendo lo que siempre hicieron (cuidar la fe y la vida de sus gentes con amor y delicadeza), pero saben que no tienen relevo.
Hay, en Ourense, ayuntamientos enteros con un sólo cura. Me hablan de Bande o Muiños, por ejemplo. Ayuntamientos con muchas parroquias y que, hace años, disponían de varios curas. Hoy, uno para cada ayuntamiento. Y no son precisamente de los más pequeños.
Quedan pocos curas y son cada vez mayores. Y les duele en el alma tener las parroquias abandonadas. No llegan, no pueden más, no dan más de sí. Sobre todo los domingos. Hay parroquias que antes tenían misa diaria, que pasaron a tenerla los domingos y que, ahora, sólo la tienen cada quince días o cada mes. Y sin misa de los domingos, las parroquias languidecen.
Y eso que los domingos los curas se multiplican. Eso sí, siempre corriendo. Binan, trinan…Algunos dicen hasta 5 o 6 misas cada domingo. Y aguantan, pero quieren ver perspectivas de futuro. ¿Hacia dónde va la Iglesia? Preguntan si los que mandan siguen pensando en sostener el clero con celibato obligatorio y con las comunidades abandonadas y sin eucaristía. O, si al final, no van a tener más remedio que admitir el celibato opcional, la ordenación de casados y de mujeres. ¿No es más importante la eucaristía, el alimento de la comunidad, que una simple ley eclesiástica?, se preguntan resignados. Y no entienden a qué esperan sus jerarcas.
Porque creen que es la hora de tomar decisiones. Y dejar que el Espíritu sople. Por caminos nuevos, por nuevos ministerios. Ellos, los que conviven con la gente a diario, aseguran que lo que quieren los fieles es tener misa, confesión, sacramentos…Y les da igual que el cura sea casado, soltero, hombre o mujer.
Porque, en sus pueblos y aldeas son las mujeres las que mantienen la fe y el rosario y la iglesia limpia, cuidada y abierta. Y se organizan para rezar. Sin cura, sin sacramentos…Hacen lo que pueden. Pero pueden poco. Las más ancianas se contentan con un rosario. Pero las madres de familia más jóvenes quieren más. Para ellas y para sus hijos.
Tas un recorrido por las diversas perspectivas de futuro, todos concluimos lo mismo: "Confiamos en que el Espíritu siga soplando y conduciendo a su Iglesia".
Y, mientras tanto, mis amigos curas de Ourense (y de España) siguen remando. Cansados y desbordados, pero con la fe intacta y la esperanza a flor de piel. Son los signos de los signos de los tiempos.
José Manuel Vidal
Extraído de "Religión Digital"