Desde este lado de las rejas

Señor Jesús,
hoy queremos contemplarte
en los presos de todas las cárceles del mundo.

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.Tú has querido identificarte
con estos hermanos
y has proclamado dichosos
a quienes se acercan a visitarte en ellos,
a quienes, con su calor fraterno,
les devuelven el rostro, el nombre,
la esperanza y la dignidad.

Agudiza nuestra sensibilidad, Señor,
para que lleguemos a sentir físicamente
el escalofrío de la tragedia
que viven estos hombres y mujeres
cruelmente golpeados por la vida.

Y haz que, cuando aún es tiempo,
permitamos que su historia nos interpele,
porque todos ellos están siendo para nosotros
una palabra tuya
que ninguno otro puede pronunciar
y que nos invita con urgencia
a replantear nuestra vida desde las raíces.