«Toques» de la Palabra
«Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. Murió también el rico y fue enterrado». (Lc. 16, 22)
Cuaresma.
El límite de la muerte nos alerta sobre la vida. La certeza de morir entristece, pero también educa, enseña, previene… Puedes vivir sin ver a aquellos y aquellas que son tu propia carne, parte de ti y tú parte de ellos. Tu forma de vivir hasta puede permitirte hacer invisibles a los otros. Siendo así, sin saberlo, ya estás muerto.
Cuaresma.
Hay esperanza. Hoy puedes pasar de la muerte a la vida. Reconoce a tu hermano-mendigo; acércate a tu hermano-mendigo; comparte tu persona y tu vida con tu hermano-mendigo; lucha por tu hermano-mendigo; ama a tu hermano-mendigo.
Plegaria
Señor y Buen Dios:
en estas latitudes nuestras
nunca hemos disfrutado tanto como ahora
del bienestar de la vida.
Nos hemos vuelto seres satisfechos
de nosotros mismos,
curvados sobre nuestro bienestar,
creando pequeños mundos egoístas.
No permitas que sigamos «muertos» en vida.
Que estrenemos la vida buena
que viene detener abierto el corazón a tu Palabra
y a las necesidades reales de los demás.