Día 17: LAS DOS MUJERES EN LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN

 Las palabras que Jesús pronuncia desde lo alto de la cruz significan que la maternidad de su madre encuentra una "nueva" continuación en la Iglesia y a través de la Iglesia, simbolizada y representada por Juan… La santa Madre de Dios, por medio de la Iglesia, permanece en el misterio de Cristo como la «mujer» indicada por el libro del Génesis (RM, 24).

María no es la única madre de los discípulos de Jesús; la imagen de «la mujer» no se refiere solamente a ella. «La maternidad de María encuentra una \"nueva\" continuación en la Iglesia y a través de la Iglesia» (RM, 24). T ambién la Iglesia es madre de la fe, también la Iglesia es representada bajo la imagen de la mujer que engendra virginalmente nuevos hijos. La Iglesia se ha contemplado desde siempre a sí misma a la luz de María. Al principio de la historia de la salvación (Gn 3, 15) y al final (Ap 12, 1) está la «mujer-madre»:es María, es la Iglesia. «Según el eterno designio de la Providencia la maternidad divina de María debe derramarse sobre la Iglesia, como indican algunas afirmaciones de la Tradición para las cuales la maternidad de María respecto de la Iglesia es el reflejo y la prolongación de su maternidad respecto del Hijo de Dios» (RM, 24). Ambas «mujeres», ambas «madres» se encuentran en Pentecostés, «perseveraban unánimes en la oración» implorando la venida del Espíritu, que hiciera fecunda a la Iglesia y que ya había fecundado en la anunciación a María. «En la economía de la gracia, se da una particular correspondencia entre el momento de la encarnación del Verbo y del nacimiento de la Iglesia. La persona que une estos dos momentos es María. En ambos casos su presencia discreta, pero esencial, indica el camino del \"nacimiento del Espíritu\"… También en la Iglesia sigue siendo una presencia materna» (RM, 24).

ORACIÓN

Padre nuestro, que estableciste que la mujer ocupara un puesto central en la historia de la salvación, haz que la mujer ocupe también en tu Iglesia el lugar que le corresponde, como portadora de la gran tradición religiosa y mediadora de la gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.