Día 22: MARIA ¡MISTERIOSA PRESENCIA!

La presencia de María encuentra múltiples medios de expresión… En la fe de María se ha vuelto a abrir por parte del hombre aquel espacio interior en el cual el eterno Padre puede colmarnos «con toda clase de bendiciones espirituales». el espacio de la nueva y eterna alianza. Este espacio subsiste en la Iglesia (RM, 28).

María no es para la Iglesia un mero recuerdo, una evocación del pasado. Es, sobre todo, una presencia. La Iglesia (¡y esto es algo muy misterioso!) ha sentido, incluso en contra de las buenas razones, que la muerte no separó a María de nosotros; que aquella a quien Jesús crucificado proclamó «madre» de sus discípulos «no nos ha dejado huérfanos»; que aquella que dió la vida a Jesús ha sido devuelta a la vida, resucitada por el poder del Resucitado. En María todo su ser quedó vivificado; porque Dios resucita todo aquello que tiene gérmenes de gracia; en María no había desperdicio. .Toda ella hubo de ser resucitada! .T oda ella fue recuperada! Y cuando alguien llega a su plenitud en el Dios-el-Omnipresente, esa persona no se pierde, no se aleja, sino que se recupera, se acerca, vive vivificando: «se va y se queda». María «se fue y se quedó» toda ella, cuerpo y alma. En María, después de Jesús, resucitó la inocencia, la pureza. En María de Nazaret, nueva Eva, sólo habla gérmenes de vida; toda ella germinó en la primera cosecha de la resurrección. Se explica entonces cómo es posible que Maria manifieste de tantos modos su presencia, y que a través de sus manifestaciones seamos colmados de tantas bendiciones de Dios.

ORACIÓN:

Padre, que nos manifiestas tu misericordia y compasión a través del rostro materno de Maria; en ella y a través de ella nos dices que estás junto a nosotros, que en nosotros hay gérmenes de vida y muchos motivos para la esperanza; acógenos, perdónanos, aliéntanos por medio de esta madre espiritual que nos has dado. Por Jesucristo, nuestro Señor.