
«Cantad al Señor, alabad al Señor, que libera la vida del pobre de las manos de gente perversa». (Jer. 20, 13)
Cuaresma.
La opción preferencial por los pobres no es -en ningún caso- ni una moda, ni una estrategia, ni un acento ideológico, ni una corriente teológica -contingente y pasajera- entre otras. Está en el protocolo básico del Evangelio: Mateo 25. Se funda y fundamenta en las entrañas del mismo Dios. Es una cuestión de fondo. Es una realidad teológica. Dios es así, y punto.
Cuaresma.
Hay esperanza. Aunque no estuviera en ninguna agenda social. Aunque no hubiera pensadores que insistieran. El amor preferencial por los pequeños y los pobres, por los excluidos y últimos, por los más débiles e indefensos es imperativo ineludible e inaplazable del ser cristiano, del seguidora y seguidora del Señor Jesús. Todo esfuerzo, toda atención, todo proyecto que esté orientado, articulado, pensado y deseado para liberar y dignificar la vida de los pobres es una auténtica alabanza, una encarnada liturgia para nuestro Dios. No lo dudes nunca, aunque a tu alrededor te quieran arrullar con otras músicas.
Plegaria
Señor y Buen Dios:
la gracia de tu Espíritu nos va identificando
y configura las fibras de nuestro corazón
con tus preferencias.
Llévanos siempre de la mano
a todas las periferias
donde viven y sufren tus predilectos.
Danos a experimentar
el gozo del amor a los pobres,
para sentir bienaventurado nuestro corazón,
cuando se acompasa con el tuyo.