En la anunciación, Maria se ha abandonado en Dios completamente, manifestando la obediencia de lafe a aquel que le habla a través de su mensajero y prestando el homenaje del entendimiento y de la voluntad (RM, 13)
Ante esta revelación, María se abandona en Dios completamente, prestando el homenaje del entendimiento y de la voluntad. Respondió con todo su yo humano, femenino. Ofreció una cooperación perfecta, mostró una disponibilidad perfecta al Espíritu (RM, 13). Ante la revelación que le comunica a María que ella es madre del Mesías-Rey, ella se autodefine como «la esclava del Señor», como la obediente, como aquella que sólo desea el «cumplimiento de la palabra». Maria confía en el Dios que se revela, que habla; María se abandona al significado que, a las palabras de la anunciación, daba aquel del cual provenían: Dios mismo (RM, 15). Lucas no podía plasmar mejor la obediencia de la fe de María: «María ha pronunciado este fiat por medio de la fe. Por medio de la fe se confió a Dios sin reservas y \"se consagró totalmente a sí misma, cual esclava del Señor, a la persona y a la obra de su hijo\" (LG, 54). Y este hijo —como enseñan los Padres— lo ha concebido en la mente antes que en el seno: precisamente por medio de la fe» (RM, 13).
ORACIÓN:
¡Qué difícil nos resulta a veces, Padre de la luz, acoger tu palabra que es nuestra luz!, ¡qué difícil nos resulta obedecer tu voluntad, que es siempre voluntad de bien para nosotros!, ¡qué difícil mantenernos en fidelidad a ti!; acoge nuestra súplica y por medio de María, la perfecta obediente a tu voluntad, haznos más dóciles a tu Espíritu y más confiados en tus designios. Por Jesucristo, nuestro Señor.