«Toques» de la Palabra
«Como bajan la lluvia y la nieve…» (Is. 55, 10)
Cuaresma.
En los secarrales, en los desiertos de la vida, en los áridos terrenos del corazón, en las cíclicas sequías de la vida eclesial y de la misión evangelizadora… el cielo no está sellado, no está clausurado.
Cuaresma.
Hay esperanza. Dios llueve, mansamente; empapa, fecunda, recrea, regenera… Sal fuera, a campo abierto, a corazón abierto; permite que te llueva cada día, que te impregne y penetre, que te empape su Palabra. Des-protégete. Des-ármate… Salgamos juntos; dejémonos empapar de la lluvia de la divina Palabra.
Plegaria
Señor y Buen Dios:
no dejes de hacer descender
la lluvia de tu palabra,
entrando en el terreno de nuestras conciencias.
Abre nuestros torpes corazones
a su gracia transformadora.
Que se realice tu querer,
que cumpla tu encargo
y demos frutos copiosos
en favor de tus predilectos.