El anuncio de Simeón parece como un segundo anuncio a Maria, dado que le indica la concreta dimensión histórica en la cual el hijo cumpliró su misión, es decir, en la incomprensión y en el dolor… Le revela que deberá vivir en el sufrimiento su obediencia de lafe al lado del Salvador que sufre y que su maternidad será oscura y dolorosa (RM, 16).
Simeón, el anciano profeta, apareció pronto en el itinerario de fe de María. San Lucas pone en su boca estas palabras, mientras se dirige expresamente a María: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción —¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!—, a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones» (Lc 2, 34-35). Anteriormente el profeta había definido al pequeño Jesús, presente en el templo, como «salvación de Dios», «luz de los gentiles», «gloria del pueblo de Israel» (Lc 2, 29-32). Las palabras de Simeón dan una nueva luz al anuncio que María recibió del ángel (RM, 16). Las palabras del anciano parecen un segundo anuncio dirigido a María que le muestra la concreta dimensión histórica en la cual su hijo cumplirá su misión: en la incomprensión y en el dolor. En lo cual María misma queda implicada. Ella deberá vivir la obediencia de su fe en el sufrimiento, al lado del Salvador que sufre. Su maternidad será oscura y dolorosa. El evangelista Mateo muestra cómo la pasión se anticipa en la infancia de Jesús: después de la visita y adoración de los magos el Niño es perseguido a muerte y con él es perseguida su madre: tienen que huir. Se inicia un caminar doloroso, que encontrará su culmen en la cruz.
ORACIÓN:
Que no rechacemos, Padre de amor, todo el sufrimiento que comporta anunciar tu Reino y colaborar en su instauración; que no dejemos de amar por el sufrimiento que encontremos en el mismo amor; que nuestra fe sea sólida, como la de María nuestra madre, en me- dio de la incomprensión y del dolor. Te lo pedimos por Jesucristo, que tanto sufrió y amó sin calcular las consecuencias.