Diario íntimo de María y José

2 de julio de 2005

CiudadRedonda quiere ofrecer a todos sus lectores un momento de reflexión que ayude a profundizar en el misterio de la Navidad de Jesús. Por eso hemos decidido publicar el «Diario íntimo de María y de José»: unas páginas sencillas que nos acompañarán hasta el nacimiento de Jesús.

EL DIARIO DE MARÍA

Un hijo

Un hijo, espero un hijo, no puedo creerlo, no puede ser cierto, me lo niego aunque me lo aseguran desde fuera, pero mi cuerpo…cambia, se está adaptando, muestra signos evidentes de que se ha vuelto cobijo, ¿cómo negar esta evidencia?

Cuántas preguntas, cuántas dudas, aunque de todas hay una que me quita el sueño: ¿qué pensará José? Siempre habíamos soñado un hijo fruto de nuestro amor, ¿seré capaz de explicarle lo ocurrido, el ángel, el Espíritu Santo? No me creerá, no me creo ni a mí misma, qué angustia, qué dolor si me abandona.

Mañana hablaré con él, tal vez haya un hilo de esperanza si le cuento mis sentimientos: la gran emoción por esta nueva vida que llevo dentro, la confianza en que todo saldrá bien, la ilusión de criar juntos a un hijo, de educarle, de amarle, amándonos hasta el final.

Mañana hablaré con él.

 

EL DIARIO DE JOSÉ

¡No puede ser!

¡No puede ser! ¡No! ¿Cómo ha podido pasarme a mi esto? María…., ¡Maríaaaa! Mi María, ¿qué me ha hecho? ¿Cómo ha podido estropearlo todo? Y además viene con unas historias increíbles de ángeles que le dicen que va a tener un hijo, “el hijo de Dios….”. Pero, ¿¡se ha vuelto completamente loca!?
¿Por qué me hace esto? ¿Por qué no me dice que me ha traicionado, que se ha ido con otro? Por lo menos eso… Me siento avergonzado: ¿qué dirán ahora en el pueblo de mi? ¿Y de ella? ¿Qué le voy a decir a mi familia, a mis amigos? Si todo ya estaba preparado para la boda… ¡Ah Dios mío! ¡Ayúdame tú!
Y ahora, ¿qué hago? Sí, Dios mío, ¿qué hago? ¿Qué quieres que haga yo ahora con todo esto? Tengo el corazón destrozado: si por lo menos no amara a María… María… Pero es que en el fondo, más allá del dolor, de la vergüenza, de la humillación, de la rabia es que todavía la amo…
María, amor mío, cuando me contabas esa historia del ángel te veía tan emocionada, tan ilusionada…: parecía que te creías de verdad esa historia… Pero ¿cómo quieres que te crea? Y mira que quiero creerte, pero es tan absurdo, tan increíble. María, cariño, te quiero… te quiero y no sé cómo hacértelo ver.
María, no me pidas que siga adelante con esta historia: yo no puedo. Tampoco quiero que la gente te haga daño y por eso no quiero decir nada de todo esto a nadie. Que Dios me ayude a elegir lo justo, lo bueno… y me perdone si no soy capaz de hacerlo…
Déjame un poco de tiempo, María, déjame pensar en qué tengo que hacer. Hay demasiada confusión en mi corazón, en mi mente, en mi boca… Necesito tiempo, silencio, calma.
María te quiero y siempre lo haré.

 

 

EL DIARIO DE MARÍA

Fecundidad

Tras la tempestad llega la calma. Parece que José empieza a entenderme, a creerme, a alegrarse conmigo. ¡Qué paz me inspira este niño¡ Te llaman bendito y no te conocen todavía, ¿cómo serás? Tu padre y yo nos lo hemos empezado a preguntar, ¿sabes? Hemos comenzado a hacer planes juntos y estoy convencida de que se cumplirán. Siento que algo en mi interior me induce una fuerza especial nunca sentida hasta ahora. La visita a Isabel me ha manifestado esta energía.

Los días pasados con mi prima Isabel han sido muy emocionantes. Ambas hemos comprobado que para Dios no hay nada imposible y parece que la fecundidad es uno de sus “imposibles” más deseados. Mi hijo todavía es muy pequeño pero el de Isabel ha empezado a dar saltos de alegría cuando ha sentido nuestra presencia. Es como si Dios mismo nos hubiera visitado a los cuatro y nos hubiera trasmitido su fuerza, su capacidad de misericordia, su justicia. Esto es lo que tanto Isabel como yo deseamos transmitir a nuestra próxima generación. ¡El Señor ha hecho obras grandes en nosotras¡

 
EL DIARIO DE JOSÉ

Sueños

He tenido un sueño… o a lo mejor no, todo ha sido verdad… La verdad es que estoy hecho un lío. Tengo la sensación de que algo grande, importante está pasando en mi vida pero estoy suspendido entre sueños y realidad. ¿No ha sido todo como un sueño lo que me ha contado María? (Algunos dirían una pesadilla…)
Y ahora yo también creo que me estoy volviendo loco: las pocas horas en las que consigo dormir no paro de hacer sueños raros. Veo a María, ella como siempre tan alegre, tan tranquila, que me habla y me cuenta una y otra vez lo que dice que le ha pasado cuando encontró al ángel. Habla alegre, ilusionada: se le cambia la cara contándomelo. Parece ser ella misma un ángel… mi ángel… ¡Otro ángel que anuncia cosas increíbles! ¿Qué quiere decir todo esto? ¿Qué tengo metido en la cabeza?

María sigue buscándome, me suplica que no la abandone, que no puede hacer todo esto sin mi, que es demasiado grande para ella sola. Yo no puedo engañarme más, la quiero, la amo, la deseo. No quiero vivir sin ella, haya hecho lo que haya hecho. ¿A dónde voy yo sin ella? Es mi vida, mi amor…

EL DIARIO DE MARÍA

Casi naciendo…

Hijo, pronto te conoceremos, tu padre y yo lo deseamos tanto…Todavía no has nacido y ya has cambiado nuestras vidas, nos has revolucionado, a punto hemos estado de separarnos José y yo, pero el amor ha triunfado.

Ya estamos en viaje nuevamente, es nuestro destino. Ya no estoy tan ágil, para caminar me he de apoyar en José. ¡Cómo me quiere¡ Atento a cada paso que doy, nunca se queja, supongo que también tiene miedo pero no me lo dice para no preocuparme.

Me preocupa dónde nacerás hijo mío, ¿encontraremos un sitio decente, calentito, acogedor? Estoy asustada, ¡falta tan poco¡ Quiero y no quiero, temo y no temo, tengo ilusión pero también miedos. Algo grande va a pasar, lo presiento, es este Amor que me abrasa por dentro. José dame tu mano, llegó el momento…

 

EL DIARIO DE JOSÉ

Casi naciendo…

Parece que ya ha llegado la hora… Lo veo, lo siento. Tengo que reconocer que he tenido dudas pero en estos momentos difíciles reconozco que María ha sido un regalo que Dios me ha hecho; dicen que es el hombre el que tiene que ser fuerte, pero María es la que me tranquiliza, me calma. Yo que estoy tan agobiado con este viaje, preocupado por no saber dónde dormiremos, qué comeremos y luego la miro a ella, a su tripa, su cara, sus manos, sus cabellos… y es como que me trasladara a otro lugar, un lugar de paz.

Y cuando nazca, ¿qué va a pasar? Bueno, vale, le haré caso a María, ahora no me voy a agobiar por lo de mañana. La verdad es que a pesar de las dificultades y de todos los problemas que hemos tenido, estoy en unos de esos momentos mágicos en los que tienes la sensación que algo grande está pasando, que nada malo va a pasar y que estás exactamente en el lugar donde tienes que estar, y donde Dios quiere que estés.