1. Pensar a largo plazo. El problema del clima se centra en la probabilidad de que las generaciones futuras deban sufrir un medio ambiente global degradado por la negativa de las generaciones actuales a vivir en equilibrio con la atmósfera. Los líderes con visión de futuro deberán lograr que la sociedad asuma su responsabilidad ante los impactos futuros de su comportamiento actual, actuando en consecuencia.
2. Innovación. Invertir el crecimiento de las emisiones requerirá tecnologías que rompan la relación entre carbono y consumo energético con el mínimo sacrificio posible de precios y de comodidades. Existe toda una gama de tecnologías de energías renovables para producir electricidad y cubrir las necesidades de calefacción y refrigeración. Estas tecnologías incluyen edificios que producen más energía de la que consumen y “redes inteligentes” que emplean tecnologías de la información para adaptar con precisión a la demanda la producción eléctrica renovable.
3. Población. Aunque en el contexto del cambio climático rara vez se hace referencia a ello, las tendencias del aumento de la población en el futuro podrían ser determinantes para el éxito o el fracaso de equilibrar a largo plazo las actividades humanas, la atmósfera y el clima. Es probable que la población del mundo deje de crecer, descendiendo gradualmente durante algún tiempo, cuando las mujeres adquieran plena capacidad para decidir por sí mismas si quieren y cuándo quieren tener hijos.
4. Cambiar estilos de vida. Es preciso desmitificar la presunción de que “la buena vida” requiere un consumo individual creciente, comer más carne, tener casas y vehículos cada vez más grandes y que todo sea de usar y tirar. Puede sustituirse por un espíritu de sacrificio material compartido y justo –sin que ello suponga una pérdida de lo realmente importante–, como gozar de buena salud, pertenecer a una comunidad sólida y tener tiempo para disfrutar de la familia.
5. Cuidar la tierra. El suelo y la vegetación pueden absorber miles de millones de toneladas de carbono de la atmósfera si se gestionan adecuadamente. Los paisajes agrícolas pueden lograr este objetivo mientras mejoran la producción de alimentos y de fibras y minimizan la necesidad de fertilizantes químicos y laboreo con un elevado consumo de combustibles fósiles, además de aumentar los ingresos de los agricultores.
6. Instituciones fuertes. Igual que sucede con el deterioro de la economía mundial, la naturaleza global del cambio climático requiere una cooperación internacional y una gobernanza sólida. La fuerza y eficacia de las Naciones Unidas, bancos multilaterales y de los principales gobiernos nacionales son cruciales para enfrentarse al cambio climático mundial. Estas instituciones (y las que surjan del esperado acuerdo climático de Copenhague en 2009) necesitan un fuerte respaldo popular para llevar a cabo su crucial tarea.
7. La equidad, un imperativo. Ningún acuerdo climático tendrá éxito sin el apoyo de los países que han contribuido muy poco hasta ahora al cambio climático provocado por el hombre, que tienen un nivel de emisiones per cápita bajo y tendrán mayores dificultades para adaptarse a los cambios. Es esencial, por tanto, que se alcance un pacto justo entre los países en desarrollo y los países industrializados.
8. Estabilidad económica. En un mundo obsesionado actualmente por la renqueante economía global, abordar el cambio climático requerirá prestar atención a los costes y a la promesa de mejorar las perspectivas económicas, en vez de socavarlas. Un acuerdo por el clima tendrá que ser eficaz tanto en los periodos de prosperidad como en los de penuria económica, afrontando sin titubeos los problemas de pobreza y de desempleo, mientras reduce constantemente las emisiones de dióxido de carbono y de otros gases de efecto invernadero.
9. Estabilidad política. Es mucho más improbable que un mundo acosado por los conflictos y el terrorismo evite una alteración peligrosa del clima que un mundo en paz. La seguridad y el clima deberán abordarse de forma simultánea. El lado positivo es que negociar un acuerdo climático eficaz y justo brindará a los países la necesaria oportunidad para lograr la paz y reconducir las relaciones internacionales hacia la cooperación en vez de la competencia.
10. Movilizarse para el cambio. La mejor forma de luchar contra el cambio climático que estamos provocando es entender que el esfuerzo para acabar con las emisiones netas de gases de efecto invernadero es una oportunidad para crear una nueva economía global y nuevos modelos de vida. No hay garantías de que semejante transición sea fácil –ni siquiera que sea posible. Pero un movimiento mundial que realice este esfuerzo es necesario de inmediato, y podría brindar nuevos puestos de trabajo, nuevas oportunidades de paz y la mayor cooperación mundial lograda en la historia de la Humanidad.
“El mundo ante el calentamiento global. La situación del mundo 2009”, Ed. CIP-Ecosocial e IcariaMás información: CIP-Ecosocial: http://www.fuhem.es/cip-ecosocial/