Dios nuestro, Dios único,
Dios desconcertante:
¿Te conocemos? ¿Sabemos algo de ti?
Tú mandaste a Abrahán, tu amigo,
sacrificar al hijo de la promesa.
Tú señalaste a Jesucristo, tu hijo,
el camino de la cruz.
Tú destrozas todos los moldes
y rompes todos los esquemas.
Estás siempre más lejos,
pero al mismo tiempo
eres más íntimo en nosotros
que nuestra propia intimidad.
Tú vas siempre más allá
de todas las previsiones.
Padre nuestro,
¿qué quieres de nosotros?
(A veces preferiríamos no enterarnos
porque tenemos miedo a tu palabra).
Tus planes no son nuestros planes
ni tus caminos son nuestros caminos.
Tú, Padre nuestro,
que eres un Dios sorprendente,
no gozas humillándonos.
Tienes la verdadera clave
de nuestra vida
y nos quieres felices.
No destruíste a Abrahán:
le hiciste nuestro padre en la fe;
no dejaste a tu hijo en el sepulcro:
le diste el señorío de todo.
Ayúdanos a decir con verdad:
“Aquí estamos, Padre".
"Hágase en nosotros según tu Palabra".
"Que no se haga nuestra voluntad
sino la tuya".
Que creamos en el amor, y aunque
experimentemos tu "abandono",
como Jesús,
que nos fiemos ciegamente de ti
hasta entregarte nuestro espíritu.
Ayúdanos a descubrir
tu proyecto sobre nosotros,
a interpretarlo, a asumirlo,
a realizarlo plenamente;
que lleguemos a identificarnos
con tu voluntad viviente entre nosotros:
Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.