Ejercicio de memoria (V Jueves de Cuaresma)

V Jueves de Cuaresma

(Gén 17, 3-9; Sal 104; Jn 8, 51-59)

Ejercicio de memoria

Cuaresma con Santa TeresaUn ejercicio espiritual que ayuda a mantener la esperanza es recordar lo bueno que nos ha pasado en la vida, y los momentos de luz, de fuerza, que nos han acontecido, en muchas ocasiones en circunstancias adversas.

Cuando nos acercamos a los acontecimientos centrales del Misterio cristiano, en los que contemplaremos a Jesús vendido, traicionado y condenado a muerte, es oportuno, como aconseja el salmista, no olvidar sus palabras, las que estos días suenan a testamento,: “Recordad las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca” (Sal 104).

Como las alianzas de Dios con nuestros padres, selladas desde antiguo, tuvieron su cumplimiento especialmente en los días de Jesús, y pues se cumplieron las promesas hechas a Abraham -“Mantendré mi pacto contigo y con tu descendencia en futuras generaciones, como pacto perpetuo” (Gén 17,7)-, debemos estar seguros, por la fe, de la palabra dada por el Señor. “Dijo Jesús a los judíos: -«Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre».” (Jn 8, 51)

Ya no hay tiempo para enredarse en la dialéctica, en las disquisiciones evasivas, en los entretenimientos ideológicos. Llega la hora de la verdad, de la fidelidad, de la opción creyente, como discípulos del Maestro de Nazaret, de creer que Él es el Hijo de Dios, que ha venido a este mundo a cumplir la voluntad de su Padre, que no es otra que la de revelar el Amor al hombre, hasta dar la vida por él.

Santa Teresa de Jesús

La maestra nos recomienda lo que le sirvió a ella misma y fue la clave de su propia fidelidad, el amor a Cristo; desde Cristo le brota toda la ternura y la delicadeza para con sus hermanas y personas con que se relacionaba.

A manera de apotegmas, para que se nos graben en la memoria, escojo algunas de las sentencias teresianas, que nos serán de provecho para los próximos días, y nos servirán como guía de conducta.

“El aprovechamiento del alma no está en pensar mucho, sino en amar mucho” (Fundaciones 5, 4).

Lo que más os despertare a amar, eso haced” (Moradas IV, 1, 7).

Crece el amar mientras más se le descubre lo que merece ser amado este gran Dios y Señor (Moradas VI, 11, 1).

“Pues quiero concluir con esto: que siempre que se piense de Cristo, nos acordemos del amor con que nos hizo tantas mercedes y cuán grande nos le mostró Dios en darnos tal prenda del que nos tiene; que amor saca amor” (Vida 22, 14).