EL ÁGUILA QUE NO SABÍA VOLAR
Llegarás tan lejos como el águila.
El águila tiene que volar como águila.
Aquellos dos hombres convinieron en averiguar si era posible que aquella águila volara. El naturalista la cogió en brazos suavemente: Tú perteneces al cielo, no a la tierra. Abre las alas y vuela.
Pero el águila estaba confusa, y al ver a las gallinas comiendo saltó y se reunió con ellas de nuevo.
Sin desanimarse, al día siguiente, el naturalista llevó al águila al tejado de la casa y le dijo: Eres un águila. Abre las alas y vuela.
Pero el águila tenía miedo y saltó una vez más en busca de la comida de los pollos.
El naturalista se levantó temprano el tercer día, sacó al águila del corral y la llevó a una montaña. Una vez allí alzó a la reina de las aves y le dijo: Eres un águila y perteneces tanto al cielo como a la tierra. Abre las alas y vuela.
El águila miró alrededor, hacia el corral, y arriba hacia el cielo. Pero siguió sin volar.
Entonces el naturalista la levantó directamente hacia el sol. El águila empezó a temblar, a abrir lentamente sus alas, y finalmente, con un frito triunfante, voló alejándose en el cielo. Es posible que el águila recuerde todavía los pollos con nostalgia y que, de cuando en cuando, vuelva a visitar el corral; nunca a vivir como un pollo. (Carlos Díaz)
PISTAS DE TRABAJO:
1. ¿Qué significa para mí «echar a volar» en este momento de mi vida?
2. ¿Quién/quiénes pueden ayudarme, o lo están haciendo ya, a darme cuenta de que «pertenezco al cielo» y me ayudan a «abrir las alas».
3. ¿Cuáles son los miedos que me mantienen atado a la tierra?
4. Poner nombre a la «comida de los pollos» con la que me empeño en alimentarme, y también quiénes son los «pollos y gallinas» que no me invitan a volar
6. ¿A quién he ayudado a volar, y a quién tengo que ayudar y cómo?
5. Mirar al sol. Levantarse hacia el sol. «El Señor es mi luz», mi «Sol que nace de lo Alto», el que «me hace caminar por las alturas». Orar y contemplar desde estas claves.