El compromiso, una llamada a la entrega

23 de julio de 2024

El compromiso en la familia es ayudarSiguiendo la línea del artículo anterior y la llamada de atención del papa Francisco sobre el individualismo, vamos a reflexionar juntos sobre lo que llama la Exhortación apostólica una actual “huida de los compromisos”.

En nuestra época, el compromiso cada vez está más devaluado. Aquella promesa de: “hasta que la muerte nos separe” para mu-chas personas, es un sinónimo de pérdida de libertad y por tanto, carente de sentido.

Pensemos por ejemplo en estas preguntas que muchas personas se hacen continua-mente: ¿Para qué nos comprometemos sí así somos felices? ¿y si luego encuentro a alguien mejor? ¿y si nos arrepentimos? ¿y si nos va mal y es decepcionante? ¿y si nos damos cuenta de que no somos compatibles? ¿y si no me siento bien? Mejor probar y luego ver si “nos gusta”.

Miremos qué hay detrás de estas inquietudes.

Imagino que coincidimos en que detrás de estas interrogantes, lo que existe es temor. Un miedo evidente que por consecuencia nos pondrá inseguros, desconfiados, suspicaces.

Ahora demos un paso adelante. ¿Existe la posibilidad de estar completamente seguro en esta existencia? ¿es posible, que usted y yo nos levantemos cada mañana y demos algo por seguro? ¿es posible asegurarnos por algún medio, de que no fracasaremos en nuestras relaciones? ¿es posible controlarlo todo para que tengamos un éxito asegurado?

Evidentemente, no. Podemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance, pero la vida por sí misma no puede ser “controlada” conforme nuestros miedos o deseos.

Menos aún podemos “controlar” a las demás personas. ¿Cómo podríamos asegurar el éxito de nuestra relación de pareja? Es obvio que no podemos asegurarlo porque no estamos en el terreno de las cosas sino en el terreno de las personas.

La existencia y el amor poseen una belleza muy especial justamente por el tremendo dinamismo y movimiento que los caracterizan, haciendo en la vida todo nuevo. Con la fuerza de, en un abrir y cerrar de ojos, provocar un cambio de 180 grados. Piénselo por un momento. ¿Acaso cada instante es idéntico al anterior? Verdad que no.

Entonces, con esta base, ¿cómo podremos comprender el miedo actual al compromiso? Como se dará cuenta, el miedo al compromiso es una evasión de la responsabilidad de asumir todo ese dinamismo y movimiento de la vida. ¿Para qué hacemos eso? Muchas personas lo hacen para evitar salir de su zona de comodidad porque piensan que se lo merecen todo y es mejor recibir que dar; otras, evaden la responsabilidad porque el miedo las vence; otras porque no soportan no controlar su vida y en esta arrogancia escapan de cualquier compromiso.

Entonces, ¿es una cuestión de madurez? ¿Qué habilidades se requieren para asumir los hechos de la vida como son, comprender la diferencia entre controlar y confiar, entender que no somos dueños de nuestro futuro sino constructores de él en el presente? ¿Qué habilidades se requieren para aceptar que no podremos nunca “ajustar” a nuestra pareja a lo que nos gusta so pena de ejercer violencia psicológica sobre ella?

Imagino que al responder estas preguntas se habrá dado cuenta que es evidente que se requiere cierta madurez psico emocional. Y no estamos hablando de la madurez relacionada a una falsa autonomía e independencia.

Más aún si en esa falsa autonomía vamos eligiendo solamente lo que nos reporta placer o utilidad, provocando una elección selectiva; es decir: elijo lo que me conviene y lo demás lo deshecho. Me comprometo solamente en las áreas que encajan en mis intereses personales. Acepto una relación solamente cuando encaja con mi bienestar. Acepto valores y principios solo cuando me convienen. Tomo de los demás solamente lo que me acomoda.

¿No es esto algo común en nuestro tiempo? ¿estamos en una época de compromisos desechables?

Es importante que los cristianos pensemos en ello. Recordemos que el egoísmo crece de la mano del miedo. Y el miedo alimenta ese egoísmo. Y entre el miedo, el egoísmo y la necesidad de control crece la idea de una autonomía radical.

Reflexionemos con nuestra pareja e hijos sobre estos temas. Es necesario que comprendamos todos la diferencia entre la libertad y la responsabilidad y la actitud libertina carente de responsabilidad.

El temor al compromiso no es un mero discurso de la Iglesia, es una alerta en todos los ámbitos de la sociedad, pues necesitamos compromiso no solo con la familia sino con la comunidad, con la pobreza mundial, con los problemas ecológicos, con las dificultades de la violencia, la guerra, etc.

Si alguien nos puede inspirar a comprender profundamente lo que es comprometerse, ése es Jesucristo. Su vida y su obra es una muestra perfecta del compromiso elevado a entrega total. Si lo vemos con detenimiento, nunca fue egoísta o controlador, nunca se dejó llevar por sus miedos o buscó sola-mente su bienestar, afrontó con coraje sus temores y los transformó en una voluntad que más allá de elección habla de libertad.