Si en una fábrica de tractores se quiere acelerar la producción, se recurre a la intensidad en el trabajo, y a la duplicación de la materia prima utilizada. Con ello se consigue producir la misma cantidad, en la mitad del tiempo. Por ejemplo, si en nueve meses salen de la fábrica una cantidad determinada de unidades, duplicando las horas de trabajo y el material utilizado esa misma cantidad de tractores podrán salir en cuatro meses y medio. Para ello basta una decisión eficiente del director de la fábrica.Pero si ese mismo señor tiene un hijo, tendrá que esperar ansiosamente los nueve meses del embarazo para poder ver su rostro. No ganará nada con tener dos señoras.Porque la vida tiene sus propias maneras de realizarse. Poniendo el doble de granos de trigo sobre la misma superficie de campo, no necesariamente se consigue duplicar el rendimiento. Al contrario, suele ocurrir que las plantas se condicionen de tal manera por su cercanía que el resultado es exactamente el contrario del que se buscaba indebidamente.La vida no se produce. Hay que aceptarla y acompañarla. Es un misterio que exige respeto y dedicación. Tiene sus propios ciclos y sus tiempos. El trigo se siembra en el corazón del invierno, y madura en la plenitud del verano. El maíz nace en primavera y se cosecha al comenzar el invierno, después de las primeras heladas. Los mandarinos florecen en septiembre, y en nuestra zona mantienen sus frutas maduras de mayo a agosto. Las castañas entregan sus granos grandes y harinosos para Pascua.Lo que el agricultor decide es su plan de siembra y de plantación. Para ello elige las especies que desea, y les asigna un trozo de chacra o de huerta. En su sabiduría escalona los cultivos, y distribuye la cantidad de los distintos frutales. Pero jamás exige a una variedad que se amolde a la manera de ser de otra. Si quiere ciruelas, planta ciruelas. Y cuando busca melones, no se emperra en sembrar sandías.Todo esto parece tan evidente. Y sin embargo lo que admitimos con naturalidad en la vida vegetal y animal, no queremos aceptarlo en la vida espiritual.Tantas veces perdemos la paciencia ante la lentitud de los procesos de crecimiento propio o de los demás. Nos gustaría que un impulsivo diera frutos de paciencia, y le anulamos toda la riqueza de sus iniciativas. Exigimos a los niños que tengan la madurez que los grandes piensan haber conseguido, y con ello los hacemos apáticos a todo lo que no resulte eficiente.¿Y en la oración? Pretendemos engendrar al Espíritu Santo mediante técnicas ascéticas, o con complicados métodos psico-gimnásticos. Con lo sencillo que sería pedírselo a Nuestro Padre que está en los cielos que, como afirmó Jesús, no nos negará su Espíritu Bueno si se lo pedimos con actitud de hijos necesitados.La vida será siempre un misterio. Pero real y presente en todas partes. Nos está permanentemente contando sus parábolas, si es que tenemos los oídos para oír, y el corazón para escuchar.Mamerto Menapace, osb, Cuentos Rodados, Editorial Patria Grande.PISTAS 1. Usar junto a este relato el que se encuentra en la sección de recortes titulado \»La contrariedad y las prisas\» y los textos de la sección de Oración y Meditación en esta misma Plaza, titulado \»Sobre la Paciencia\» 2. Qué cosas me hacen perder la paciencia y por qué3. Cuáles son las cosas, relaciones, decisiones a las que necesito dar tiempo para reflexionar y madurar.4. ¿Crees que nuestra sociedad actual invita a la paciencia o a la prisa? ¿En qué lo notas?5. Rastrea por los evangelios parábolas de Jesús que hablen de esperar, actitudes de la espera, parábolas sobre el tema.6. ¿En qué tiene Dios que ejercitar su paciencia contigo?7. Señala 3 aspectos en los que notes que has ido madurando con el paso del tiempo.
La Presentación de la Bienaventurada Virgen María
Lc 19,41-44. ¡Si reconocieras lo que conduce a la paz!