El orante se expresa (I)

El orante necesita hacer algo, decir algo, expresarse, de algún modo. Necesita darle alguna 'visibilidad' a su relación.
 

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.

 

– Ahora entiendo. Ahora advierto lo que en algún momento no conseguía entender. Yo no sabía orar y con frecuencia me quejaba a un amigo mío que vivía en Arizona. Algo intuía en él que me llamaba la atención y me daba confianza. Le dije en varias ocasiones:
– Yo no sé orar.
– Pues, es muy sencillo-me repetía siempre-. Ponte en la presencia de Dios; abre tus manos. Y espera.
– Mucho tiempo he pasado sin entender. Hasta ahora. Ahora sí entiendo -me dijo-. Ahora sí entiendo.

Es el valor del 'gesto puro': una situación, una postura-en este caso- que refleja adecuadamente y sin conflicto y sin engaño el estado de un alma en un momento determinado. Es hermoso y ayuda el encontrar refugio en un gesto que puede salir del alma y reflejarla. Eso nos permite otra manera de ponernos en la presencia de Dios.
Entendió el valor de un gesto, aparentemente desdeñable como para confiarle nuestra mente, nuestra relación secreta y amorosa; nuestra alma, en definitiva. Y que pueda ser un gesto de oración, al alcance de todos.

Un pobre, sentado, extendía la mano al que pasaba. Alguien le dijo:
entra
– ¿Qué quieres?
– Si no sabes entender mi gesto, ¿de qué servirían mis palabras?-respondió.